Yo siempre he pensado que uno debe alejarse de consideraciones éticas para juzgar la obra de un artista o intelectual. En la historia de la literatura española, por ejemplo, dependiendo de qué vientos soplaran, se ha eclipsado la obra de los escritores del exilio, o de los poetas fascistas. De igual modo se ha tergiversado a tal o cual escritor en función de los intereses particulares de la crítica oficial (la generación del 98 por la crítica franquista, por ejemplo).
Que Céline haya sido excluído de determinadas celebraciones culturales en Francia es muy lamentable. No hace mucho en EEUU hubo cierta polémica con la nueva edición de Huckleberry Finn que censuraba la palabra "nigger" (negro, actualmente muy ofensivo, pero ampliamente usado en el inglés de antes de las reformas civiles de Martin Luther King, incluso por escritores negros). Cualquier forma de censura me parece lamentable.