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TEMA: "Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte II).

"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte II). 25 Dic 2015 12:20 #34589

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Introducción.

Como habíamos visto en la primera parte de esta reseña sobre "Normas para el parque humano" (parte I), Sloterdijk define al humanismo como una telecomunicación creadora de amistades a través de la literatura. www.filosofiauned.es/index.php?option=co...6&id=21029&Itemid=72
Y la literatura más íntima, la que se dirige de forma más directa al "amigo", tiene forma de carta (epístola). Por esto mismo, sostiene Sloterdijk, en "Carta sobre el humanismo" Heidegger no solo rompió con la tradicional literatura nacional (cartas dirigidas a las masas) sino que "imaginó" que su contenido solo podría ser entendido y asimilado por un único interlocutor benévolo (quizás por un reducido grupo de elegidos). Así, y en el parecer de Sloterdijk, Heidegger se distanció de la pedagogía social obcecada en dirigirse a las masas y creó una nueva humanización dirigida a pastores del Ser (elegidos y selectos).
Por supuesto, apunta Sloterdijk, los enemigos de Heidegger vieron en esta carta un astuto intento, por parte del padre de "Ser y tiempo", por tal de rehabilitar su reputación y distanciarse de su pasado nacionalsocialista.

Carta sobre el humanismo

Sostiene Heidegger, en líneas generales, que el humanismo tradicional fue un agente que obstruyó la salida a la luz de la auténtica pregunta por la esencia del hombre: una pregunta que debería plantearse desde una perspectiva existencial-ontológica.

Ya no eran válidas, en el parecer de Heidegger, las interpretaciones humanistas sobre la esencia humana; interpretaciones judeocristianas y existencialistas (alusión directa a Sartre) que tan solo se quedaban en la estructura superficial del hombre y que eludían la pregunta radical por el sentido del Ser.
"Ser y tiempo" estuvo pensado contra el humanismo porque éste no supo, a lo largo de la historia, situar la naturaleza humana a la altura suficiente (pag. 21). Así, Heidegger se distanció de la tradicional metafísica occidental, obcecada en considerar al hombre como un animal racional con esencia, es decir, como un animal con un plus de cultura o metafísica (alma).
El hombre, a diferencia de los animales, tiene mundo y está en el mundo, mientras que el animal se limita a estar en tensión con su entorno. El hombre, por tanto, es pastor del Ser, el encargado de guardar la verdad del Ser a través del lenguaje.

El humanismo tradicional se atribuyó una correcta interpretación de la esencia humana (desde un arrogante endiosamiento) mientras que Heidegger propuso anteponer la reflexión a la interpretación; una reflexión ontológica frente a interpretaciones religiosas (judeocristianismo) y existenciales (materialistas). Así, Heidegger defendió reflexionar sobre un nuevo humanismo.

¿Cómo habría de entenderse el nuevo humanismo de Heidegger?

Según Heidegger, los hombres son colocados como guardianes por el propio Ser; y es el Ser quien otorga al hombre el rol de pastor o guardián del mundo (ganado). Pero el mundo ha de entenderse como un hecho abierto sobre el que cabe reflexionar y prestar atención (tener cuidado), para lo cual el pastor debe permanecer expectante a la escucha de aquello que haya de manifestarse en el claro del bosque (lugar donde el Ser se muestra al hombre como Das-ein o "ser-ahí").
La diferencia sustancial entre el humanismo tradicional y el propuesto por Heidegger radicará, por tanto, en lo referente a la esencia: el humanismo tradicional presupondrá una esencia en el hombre, ya sea a priori (judeocristianismo) o construida a través de la interpretación del Ser (existencialismo materialista). Heidegger, por el contrario, sostendrá que el hombre, al no tener esencia sino mundo, tan solo podrá permanecer atento, desde su condición de guardián del Ser, para hallarla.

Visión del nuevo humanismo heideggeriano

El expectante pastor de Heidegger será más sumiso que el tradicional buen lector, pues deberá esperar, expectante y reflexivo, a que sea el propio Ser quien se manifieste en el Dasein, es decir, quien le dicte al hombre todas las cartas esenciales.

Así pues, vemos que mientras el humanismo tradicional defendía un concepto de hombre como autor (creador de su propia esencia), Heidegger tan solo le otorgará el rol de reflexivo escribano que deberá permanecer atento y paciente a los dictados del Ser.

De esta manera, y en el parecer de Sloterdijk, Heidegger se erigirá, de hecho, en el primer escribano que habrá de dar testimonio de un nuevo humanismo; una nueva fe (la terminología es mía) a la que solo podrá acceder, en principio, un círculo exclusivo de pastores recogidos en actitud sumisa y silenciosa.

Este nuevo humanismo plantea dos cuestiones fundamentales:

Primera cuestión: en la propuesta heideggeriana, referente a las figuras de meditación (pastores del Ser), subyace un carácter cripto-católico que postularía que solo bajo un nuevo ascetismo meditativo se podrían superar las metas de la tradicional educación humanística. Pero, claro, desde el momento en que este nuevo humanismo se presenta como un círculo exclusivo de pastores que escuchan al Ser (que pretenden hallarlo pero no interpretarlo), ya se espera, de hecho, encontrar una esencia que dé sentido a la existencia humana. La pregunta a responder sería: ¿y por qué habríamos de esperar hallar un sentido a la existencia? ¿Esperar (albergar esperanzas) sea acaso lo único que caracteriza al Dasein?

Segunda cuestión: es consecuencia de la primera. Desde el momento en que un círculo exclusivo de pastores decidiera apostar por una vida ascética a la espera de los dictados del Ser, ¿cómo se podría constituir una nueva sociedad de vecinos del Ser que compartiera los mismos objetivos?

Sí, un grupo selecto de pastores esperaría en actitud silenciosa los dictados del Ser. Y, así, dicho grupo meditaría, cual celoso guardián, en el claro del bosque. Pero si dicha actitud pastoral solo es posible a través de la actitud reflexiva y meditativa, ¿cómo ampliaríamos el círculo selecto de manera que la gran masa formase también parte de él?. Dicho de otro modo: ¿cómo se podría articular una nueva sociedad en torno a este nuevo humanismo preocupado por el Ser? ¿Cómo se podría articular una sociedad donde todos sus miembros fueran ascetas meditabundos y no dueños señoriales del Ser?

Heidegger es claro y rotundo a la hora de contestar a estas cuestiones:

No cabe preguntarse cómo las masas podrían llegar a convertirse en ciudadanos ascetas y meditabundos, porque no hay ningún camino que pueda conducir del tradicional humanismo a este nuevo humanismo, que supondría un ejercicio intensivo de humildad ontológica.
Así, concluye Heidegger, el mismo humanismo tradicional que ha rearmado al hombre de subjetividad, por tal de hacerle creer que su camino es tomar el poder señorial sobre lo existente, también le ha convertido en cómplice natural de todas las atrocidades habidas y por haber.
Todas las diferentes formas del humanismo tradicional ejercen la misma violencia antropocéntrica, ya fuere como prepotencias desnudas y expuestas (fascismos) o como prepotencias hábilmente enmascaradas (americanismo y bolchevismo).
En ninguna de sus formas, el humanismo tradicional ha sido capaz de amansar (domesticar) al ser humano, por lo tanto: ¿qué amansará al hombre tras el fracaso del humanismo como escuela de domesticación?

PD: en una tercera entrega expondré la propuesta de Sloterdijk para superar el humanismo o filosofía pastoral de Heidegger.
Última Edición: 25 Dic 2015 18:43 por Herrgoldmundo.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte II). 18 Ene 2016 23:34 #34694

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Creo que sería una interpretación equivocada la que colocase a Sloterdijk en el círculo de acólitos de Heidegger. La crítica de aquel hacia este es descarnada:
Sloterdijk escribió:
...si los juegos ontológicos de pastor de Heidegger, que ya en su tiempo sonaban raros y escandalosos, se presentan hoy completamente anacrónicos, aún tienen el mérito de haber articulado, pese a su patetismo y su torpe extravagancia, la pregunta de la época: ¿qué doma todavía al hombre, cuando el humanismo como escuela de doma humana fracasa?

No parecen las palabras de un admirador de Heidegger, ciertamente, cuyo único mérito radicaría en, debido a su especial situación de amargura y fracaso resentido en los años de "Carta sobre el Humanismo", haber plantado cara al entramado ideológico cristianismo-marxismo-existencialismo, que por aquel entonces se presentaban como nuevas variedades del humanismo. Es decir, el nuevo rostro de la Metafísica occidental que, escondiendo su papel protagonista en el desastre de Auschwitz, se presentaba como un nuevo "humanismo" salvador. Aunque, en el fondo, el mismo perro con distinto collar. Pero detectar eso y formular la "pregunta de la época" no convierte a Heidegger en un punto de referencia para ninguna solución de ningún tipo.
Sloterdijk escribió:
En el "claro" hay una historia de la aparición del hombre resueltamente ignorada por Heidegger; una historia social de la tangibilidad del hombre a través de la pregunta por el ser y una agitación histórica dentro del entreabrirse de la diferencia ontológica.
(...) La historia real del "claro", por la cual tiene que coger su puerta de salida una profunda conciencia acerca del hombre más allá del humanismo, se compone desde dos grandes narraciones, que convergen en una perspectiva común, a saber, en la manifestación de cómo a partir del animal-sapiens se hace el hombre-sapiens. La primera de esas dos narraciones explica la aventura de la hominización.

(Naturalmente, se refiere aquí Sloterdijk a la expresión heideggeriana de "claro del ser".)

Más allá de los calificativos (histéricas, patéticas, extravagantes) a las exposiciones de Heidegger, aquí lanza Sloterdijk un torpedo certero a la línea de flotación del núcleo del pensamiento heideggeriano de 1946. Son evidentes dos cosas, según creo entender yo a Sloterdijk. La primera, que el hombre tiene una "diferencia ontológica" (es decir, no meramente óntica) en relación con el resto de los "entes"; hasta ahí, de acuerdo con Heidegger. Pero está la segunda: que el hombre también es un "ente" y, por tanto, permanece también en lo óntico. Es esta aporía o circularidad reflexiva humana lo que Heidegger no ve o no quiere ver. ¿Cómo puede el hombre ser distinto ontológicamente de un animal y ser, a la vez, un animal?

La única forma de afrontar ese dilema es ahondar en lo que Heidegger ha omitido, descuidando el análisis de la configuración de la diferencia ontológica como un resultado histórico de la diferenciación óntica. El hombre, como ente, se distngue de los demás animales y resulta ser un animal-sapiens (diferencia óntica). Pero eso no explica cómo se convierte, también, en hombre-sapiens, cualitativamente diferente a un animal (diferencia ontológica). Para explicar eso hacen falta, como dice Sloterdijk, dos relatos. El primero, el de la hominización, es decir la historia (científica) de cómo el hombre adquiere su diferencia específica dentro de los entes (los demás animales). El segundo, el de la conformación de la relación del hombre con los demás entes.

Dejémoslo aquí, de momento, para no ponernos muy pesados. Pero la cosa continúa.
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Última Edición: 19 Ene 2016 08:18 por Nolano.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte II). 19 Ene 2016 10:33 #34695

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Hola Nolano.

Efectivamente, no podemos afirmar que Sloterdijk esté entre los acólitos de Heidegger, pero, desde luego, resulta evidente que su filosofía es deudora, en gran medida, de la del autor de "Ser y tiempo".

Yo observo una conflictiva relación paterno-filial entre Heidegger y Sloterdijk; una relación de amor y odio, mejor sería decir admiración-rechazo, a partes iguales.
Sloterdijk, sin ninguna duda, es hijo de Heidegger, en tanto ha asimilado, criticado y superado la filosofía del mismo. Pero cuando un atento hijo se esfuerza por asimilar al padre (conociéndole en profundidad a través de la crítica) no puede evitar, al tiempo, descubrir los errores e imperfecciones de su progenitor.

Yo estoy estudiando atentamente la obra de Sloterdijk ("Celo de Dios", "El desprecio de las masas", "Crítica de la razón cínica", "Normas para el parque humano" y, actualmente, "Esferas") y puedo asegurar que en todas las obras que he citado aparecen continuas referencias a Heidegger. De hecho, en "Crítica de la razón cínica", Sloterdijk se atrevió, incluso, a distanciar a Heidegger del ideario dogmático del nacionalsocialismo.
Quiero decir, con todo lo expuesto hasta ahora, que mientras la filosofía occidental en general, y Habermas en particular, se dedicaron a pensar contra Heidegger, Sloterdijk se esforzó en pensar para superar a Heidegger.

Sloterdijk coincide con Heidegger en un punto, para mí crucial y fundamental: una severa crítica al comunismo. Solo por este motivo les estoy profundamente agradecido, tanto al padre como al hijo.
Así, Heidegger ya señaló que Marx fue el primero en realizar una interpretación del mundo (sesgada e interesada por ser "parte de", añado yo) para mejor legitimar la transformación del mismo. Y dijo textualmente:
El comunismo es también una creencia (en la ciencia moderna) que trasciende al hombre individual y, por tanto, es una religión. Ningún hombre no tiene religión. Cada hombre está más allá de sí mismo.

Pero es que también Sloterdijk, en la generalidad de su obra, no deja de alertarnos sobre las amenazas del suprematismo comunista. En "Crítica de la razón cínica" le enmienda la plana al marxismo (tildándolo de prepotencia esquizofrénica) y, de paso, deja caer algún que otro certero dardo contra Adorno y la Escuela de Frankfurt, al cabo revisionistas del marxismo.

Como tú muy bien señalas, Nolano, tras "vapulear" dialécticamente al padre (Heidegger), Sloterdijk le reconoce que fuese capaz de articular la pregunta de la época: ¿qué doma todavía al hombre, cuando el humanismo como escuela de doma fracasa?

¡La pregunta de la época! ¡Casi nada! La gran y única pregunta que urge responder, sí o sí, si la humanidad no quiere encaminarse hacia su propia autodestrucción. ¿Vamos a restarle importancia, no solo ontológica sino también vital, a la pregunta que nos insta a salvar al ser humano de sí mismo?

Dices:
Pero detectar eso y formular la "pregunta de la época" no convierte a Heidegger en un punto de referencia para ninguna solución de ningún tipo.

Cierto, no parece que Heidegger pueda proponer ninguna solución. Sin embargo, Heidegger allanó el camino para que los adormilados occidentales pudiésemos ver dónde no estaba la solución:
Todas las diferentes formas del humanismo tradicional ejercen la misma violencia antropocéntrica, ya fuere como prepotencias desnudas y expuestas (fascismos) o como prepotencias hábilmente enmascaradas (americanismo y bolchevismo).

¡He aquí la grandeza de Heidegger y el legado de Heidegger! Haber permitido a Sloterdijk, y a cuantos pensadores le escucharon con atención, incluir tanto al capitalismo como al bolchevismo en un mismo nivel de violencia antropocéntrica.
Este descubrimiento que a ti, Nolano, seguramente te parezca una perogrullada, pues seguramente eres consciente de la grave verdad que encierra, sigue siendo desconocido, cuando no rechazado, por el dogmático y suprematista neocomunismo que nos amenaza.

Solo desde el convencimiento, por parte de algunos, de que Auschwitz fue real pero los gulags y los campos de exterminio de los jemeres rojos, por ejemplo, tan solo fueron ciencia ficción, puede explicarse la inconsciente proliferación de partidos marxista-leninistas como Podemos.

Todavía hoy, a la grave y crucial pregunta de la época: ¿qué doma todavía al hombre, cuando el humanismo como escuela de doma humana fracasa? algunos se atreven a contestar que debería ser un retorno al bolchevismo más dogmático. ¿Y dirás todavía que Heidegger no es un punto de referencia para saber, al menos, dónde no debería estar la solución?
Última Edición: 19 Ene 2016 11:31 por Herrgoldmundo.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte II). 20 Ene 2016 21:23 #34708

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La receta de Heidegger para superar el Humanismo se manifiesta, para Sloterdijk, errada. Heidegger, para escapar de la existencia como el reverso inseparable de la esencia, sustituye aquella por la "ek-sistencia". Pero eso es un mero desideratum que se aleja bastante de lo que el hombre realmente es. No es un contemplador ek-stático del mundo, no puede superar su existencia óntica simplemente dejándose arrebatar por el éxtasis de estar contemplativamente en el "claro del ser".

Sin existencia no puede haber eksistencia. No podemos cerrar los ojos a la animalidad del hombre, así como tampoco a su especial relación, en cuanto ente en el Mundo, es decir, en un entorno de otros entes, con esos otros entes y de qué forma esa relación afecta al propio hombre, porque la forma de relacionarse del hombre con los entes (las cosas que existen) determina también la forma de relacionarse el hombre, reflexivamente, consigo mismo, porque el hombre es también una cosa que existe, no solo algo que eksiste. Por eso hay que tener en cuenta, dice Sloterdijk, dos relatos. El primero, el de la hominización, el de la historia evolutiva del hombre como especie. El segundo, el de la historia de la cultura.
Sloterdijk escribió:
Así pues, el "claro" es un suceso en la frontera entre la historia natural y la cultural, y el venir-al-mundo del hombre toma, desde muy pronto, los rasgos de un venir-al-lenguaje.
Pero la historia del claro no puede desarrollarse solo como narración de la entrada de los hombres en las casas de los lenguajes. Porque en cuanto los hombres hablantes conviven en grupos más grandes y no solo se atan a casas de lenguaje, sino también a casas construidas, entran en el campo de fuerza del modo de ser sedentario. A partir de ahora, no solo pueden cobijarse en su lenguaje, sino también ser domesticados por sus viviendas.
(...) El hombre y los animales domésticos; la historia de esa agreste cohabitación no ha sido todavía representada de forma adecuada, y los filósofos no han querido averiguar directamente hasta hoy lo que ellos mismos tendrían que buscar en medio de esta historia. Solo en pocos sitios aparece rasgado el velo del silencio de los filósofos sobre la casa, el hombre y el animal como complejo biopolítico, y lo que oíamos eran observaciones mareantes sobre problemas, que, por ahora, son demasiado abstrusas.
(...) El "claro" es tanto un sitio de lucha como un lugar para la decisión y la selección. A este respecto, con expresiones de una escena pastoril filosófica no vislumbramos nada. Donde están las casas es donde debe decidirse qué deben llegar a ser lo que las habitan; en los actos y mediante los actos se decidirá qué clases de constructores de casas predominan. En el "claro" se pone en evidencia sobre qué empeños luchan los hombres, en cuanto afloran como constructores de ciudades y fundadores de reinos. (pp. 35-37)

Es un reduccionismo, en el que incurre Heidegger, limitar la esencia del hombre al lenguaje. Hay también una profunda materialidad en la vida humana, una relación material con el entorno, una relación de dominio; relaciones que incluyen también las relaciones interhumanas. Porque el hombre no es un animal contemplativo, sino que está volcado hacia la acción (como todo ser vivo, por otro lado). Hay que construir casas y reinos, y hay que decidir qué casas y qué reinos se construyen. Hay, unida esencialmente al hombre, una lucha por la prevalencia de unas decisiones sobre otras.

Sin embargo, los filósofos, ofuscados por el humanismo, es decir por una imagen idealizada (pero falsa) del hombre y de sí mismos, hasta ahora no han afrontado ese problema, que ha quedado oculto por un velo de silencio, pocas veces rasgado. Ese es el problema que Sloterdijk enfoca bajo el nombre de "las normas para el parque humano".
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Última Edición: 21 Ene 2016 13:53 por Nolano.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte II). 22 Ene 2016 10:25 #34724

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Escribe Nolano:
Sin embargo, los filósofos, ofuscados por el humanismo, es decir por una imagen idealizada (pero falsa) del hombre y de sí mismos, hasta ahora no han afrontado ese problema, que ha quedado oculto por un velo de silencio, pocas veces rasgado. Ese es el problema que Sloterdijk enfoca bajo el nombre de "las normas para el parque humano".

Efectivamente, todavía hay muchos filósofos ofuscados por el humanismo, pero por una lectura errónea del humanismo; la de esa lectura "buenista" y cándida que se niega a aceptar que la Razón incluye violencia y que la paz, necesariamente, siempre se logra a través del dominio (violencia antropocéntrica) de una razón de Ser sobre otra. No puede ser de otra manera, por más que, como señalas, los cándidos idealistas sigan aspirando a imposibles "paces perpetuas" o antinaturales alianzas entre civilizaciones.
¿Cómo ha de poder aliarse la civilización occidental, portadora y garante de derechos y libertades, con la retrógrada y suprematista civilización musulmana?

Claro que hay que reflexionar y debatir, pero para actuar y establecer unas normas para el parque humano; porque allí donde no hay normas (Derecho al cabo) solo podrá triunfar la barbarie.
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"Normas para el parque humano", de Peter Sloterdijk (parte II). 22 Ene 2016 16:42 #34728

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Dices, Herrgoldmundo : “¿Cómo ha de poder aliarse la civilización occidental, portadora y garante de derechos y libertades, con la retrógrada y suprematista civilización musulmana?”

Supongo que lo querías decir es ¿ Cómo ha de poder aliarse la suprematista civilización occidental, supuesta portadora y garante de los derechos y libertades, con la retrógrada y suprematista civilización musulmana?
Porque vamos a ver, si ha existido en los últimos siglos un civilización suprematista esa ha sido la occidental. No, si ahora va a resultar que el imperialismo occidental no se ha dado ni se está dando. Es que tampoco se nos puede hacer comulgar con ruedas de molinos. Creo que cierta objetividad, y ahí está la realidad histórica para ponerla de manifiesto, se hace indispensable si verdadera y realmente queremos solucionar los problemas.

Y por supuesto que hay que establecer normas como puedan ser las recogidas en el Derecho Internacional y en los Derechos Humanos. Eso sí, no solo hay que establecerlas sino que después hay que cumplirlas y hacerlas cumplir. Pero todos. Y no, y como suele ser bastante habitual, hacérselas cumplir a los demás para incumplirlas uno.



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