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TEMA: Estética, ética y "True detective".

Estética, ética y "True detective". 20 Dic 2015 11:28 #34570

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Hola Elías.

Retomo el tema en el punto donde lo dejé: Heidegger y Zubiri. Después comentaré tus últimas explicaciones, en verdad muy pedagógicas.

Decía como colofón a una de mis intervenciones: Y así, y una vez más, retorno a Heidegger.
Cuando apelo a retornar a Heidegger lo hago en aras de la honestidad y para no caer en los sucesivos autoengaños que nos obligamos a pergeñar por tal de convencernos de que la vida tiene un sentido.
Según Heidegger, y en mi parecer, la esencia del hombre es su propia existencia, es decir, la vida es la esencia del hombre. Esencia y existencia coinciden en el tiempo.
Ya vimos que históricamente ha existido un dualismo enfrentado entre quienes defendían la esencia como un a priori de la existencia (idealismo) y quienes sostenían que la esencia se hacía o se construía a lo largo del devenir vital (materialismo).

Desde mi punto de vista, no sé si acorde con el pensamiento de Zubiri, sin esencia no cabe hablar de sentido. O, en todo caso, se podrá hablar, pero en vano y para nada. Y, claro, ¿una vida sin sentido por qué y para qué habría de ser vivida?

Solo podemos abordar esta trascendente cuestión de dos maneras:

Primera: defendiendo que la pregunta no ha lugar, en tanto creemos que la vida sí tiene sentido, ya fuere dado por una esencia apriorística y universal (idealismo) o por una esencia construida a posteriori, por la subjetividad de cada individuo (materialismo). En ambos casos, sin embargo, se comete la pueril trampa de creer que, necesaria e inevitablemente, ha de haber una esencia (verdad de la realidad) cuya existencia es imposible de demostrar. Creemos en la esencia porque necesitamos salvarnos de la angustia ante la nada; porque necesitamos justificar nuestra existencia.

Segunda: podemos responder honestamente, como hiciera Heidegger, y argumentar que la vida, incluso sin sentido, ha de ser vivida por imperativo de la vida misma. Esto que digo puede parecer, precisamente, una perogrullada sin sentido, pero es que el ser solo tiene un único sentido: el de seguir siendo. No hay más. Es el hombre, en su angustia y desde su desesperanza, el que busca un por qué y un para qué existir.

Tanto Heidegger como Zubiri comparten un primer análisis del hombre enfrentado al mundo circunstancial. Sí, el hombre es "arrojado al mundo". Esto quiere decir que el hombre aparece en el mundo por un imperativo vital, es decir, no porque él lo desee o porque un ser supremo omnipotente así lo decida. Somos, si se prefiere y para mejor entenderlo, un capricho de la naturaleza; un capricho temporal del Ser.

Sí, el hombre (Dasein) es un capricho temporal del ser, pues su existencia es finita y tiene fecha de caducidad. Entonces, sabiendo que morirá y que no existen verdades absolutas ni universales que puedan redimirle del pecado de existir, ¿qué sentido tiene que haga o no haga nada en la vida?

Antes dije que la vida debe ser vivida por mero imperativo vital, porque lo más característico y definitorio del ser es, sencillamente, seguir siendo. Sin más.
Ahora bien, una cosa es estar vivo y otra muy distinta vivir.
Decía Ortega que la vida era constante quehacer y, efectivamente, si algo caracteriza al animal de realidades que es el hombre es su capacidad para proyectar, hacer y construir haciendo uso de su libertad.
A estas conclusiones llegaron Heidegger y nuestros Ortega y Zubiri, estos últimos influenciados por el pensador alemán. Todos ellos realizaron unos primeros análisis existenciales coincidentes: el Dasein tuvo sus análogos en el YO orteguiano y en el animal de realidades zubiriano. Y el mundo de Heidegger se traduciría, a su vez, en circunstancia y realidad estimulante.

Sin embargo, tanto Ortega como Zubiri se alejaron del pensador alemán llegados a una cuestión o pregunta crucial: ¿qué hacer con la vida?

Heidegger dejó morir al hombre tal y como proclamó que este vino al mundo: desnudo, es decir, carente de sentido y esencia. Sin embargo, nuestros españolísimos pensadores, prefirieron vestirlo y otorgarle dignidad a través de la atribución de una esencia construida.
Lo que hicieron Ortega y Zubiri, explicado de forma sencilla para que todos podamos comprenderlo, fue "civilizar a Heidegger". Y para ello no tuvieron más remedio que volver a rescatar las trampas sartrianas, pero corrigiéndolas y mejorándolas; haciendo hincapié en el carácter trascendental de la vida (Ortega) y de la realidad (Zubiri).

Suelo referirme a menudo a la necesidad de rescatar a Heidegger y/o civilizar a Heidegger, porque si algo tengo claro es que el pensador alemán, junto con Wittgenstein, ha sido el más honesto de entre todos los grandes pensadores que ha dado Occidente.
Solo por la valentía que mostró al obligarse a ser honesto es merecedor de todos mis respetos y admiración. Pero la terrible cuestión que acompaña a la verdad revelada por Heidegger (el Dasein no tiene esencia sino existencia) se convierte, entonces, en grave problema a resolver: sin una esencia universal, absoluta y eterna, ¿todo está permitido? ¿cabe legitimar posibles barbaries que se permitan no solo mirar, sino actuar más allá del bien y del mal?
Heidegger, como sabemos, no reconocía la esencia apriorística del idealismo kantiano (sujeto trascendental) y que, al cabo, era heredera del judeocristianismo. Pero es que Heidegger también supo ver en "Cartas sobre el humanismo" la trampa sartriana que consistía en construir esencias a la carta, según los dictados de cada individuo o de cada colectivo humano.

Estaba claro, sin embargo, que cabía una pregunta salvadora: ¿por qué hay más bien algo, en vez de nada?
Cabía, al menos, la sospecha de quizás pudiera hallarse, desvelarse algún día, el sentido del ser; en algún momento de la historia sin concretar.
Quizás se halle, o no, pero lo que no le valía a Heidegger, como no me vale a mí, es que el sentido del ser se construya por tal de legitimar y/o justificar una determinada esencia (según el gusto del consumidor).
Es que si el sentido del ser ha de construirse, dando por sentado que no existen valores absolutos ni universales; dando por sentado que no existe una única y universal ley moral (Kant), ¿por qué he de preferir los valores que fundamentan el suprematismo comunista a los valores que justifican el suprematismo nacionalsocialista? ¿Por qué o para qué deberíamos defender los valores de Occidente frente a los valores islámicos?.
Pues por imperativo vital.
Ya no vale apelar a imperativos ético-morales en los que nadie cree. ¿Qué es eso de justo/injusto, bueno/malo? La única verdad radical es la vida, y la esencia del ser humano solo puede hallarse en ella. Por tanto, el único sentido que tiene vivir es el de perdurar en el tiempo. No hay más, ni menos.
Sin embargo, sí podemos preguntarnos cómo deseamos perdurar en el tiempo: ¿Siendo nosotros mismos y desarrollando una vida auténtica, propia de hombres de carne y hueso, o viviendo como cobardes claudicantes que rehúyen de la responsabilidad de ser?

Las masas, conscientes de la gravedad de la época histórica que nos está tocando vivir, están pidiendo a gritos ejercer de hombres de carne y hueso; están pidiendo a gritos retornar a la provincia heideggeriana, sí, pero otros muchos también siguen añorando recuperar la provincia marxista.
Se han dado cuenta, todos sin excepción, de que el exceso de civilización, y el exceso de humanismo en definitiva, les ha debilitado, castrado y subyugado.

Y no, no vale hacer trampas metafísicas que inevitablemente habrán de traducirse en trampas políticas y, a la postre, también vitales.
No vale recurrir al sofisma falaz para señalar y estigmatizar a unos malos muy malos (Pegida, Frente Nacional francés, Nuevo Amanecer...) al tiempo que se legitiman a los "buenos" de siempre, que lo son, tan solo, porque así lo dictaminó la última Guerra Mundial. No vale, ¿o sí, porque lo hacen los "buenos"?, secuestrar las papeletas de una opción ideológica como Vox, justo antes de unas elecciones y por el hecho de exhibir la bandera española en las mismas.

Yo lo tengo claro: hay que seguir en la línea de Ortega y Zubiri; hay que seguir reivindicando la propia vida y la realidad como trascendentales. La trascendencia es en la vida y en la realidad, y no en los mundos utópico-idealistas de Yupi.
Hay, en definitiva, que seguir civilizando y rescatando a Heidegger si no queremos que los suprematismos de los "otros" (comunismo e islamismo), que son alienos a la realidad vital de Occidente, acaben por imponernos su sentido particularista y exclusivo del ser.

Un saludo.
Última Edición: 20 Dic 2015 19:41 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 20 Dic 2015 13:45 #34571

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Y ahora sobre los valores. Retomo también una de tus anteriores intervenciones.

Escribiste:
Es esa concepción tuya en torno a los valores la que yo no puedo defender. Yo no puedo defender esa visión subjetivista e irracionalista de los valores en la que tú crees.
Me da que tú sigues considerando los valores como algo irracional, y por tanto, como algo sobre lo que no cabe racionalidad posible a diferencia de la teoría constructivista de los valores. Y por tanto sólo caben dos alternativas. La primera, que creo que no compartes, consistiría en recluirlos al ámbito de lo privado, y que por tanto, el estado y la sociedad, en tanto que una y otro, mantuviesen una neutralidad axiológica o por el contrario que ambos, estado y sociedad, y frente a otros estados y sociedades diferentes, asuman unos determinados valores de todos ellos ( los tuyos),en flagrante contradicción, y que los imponga por la vía de la fuerza ya que no cabe diálogo posible en torno a los mismos por su irracionalidad constitutiva.

Yo no considero a los valores como "algo irracional", como dices. De hecho, toda creación y/o construcción de valores es racional, pues solo el animal de realidades que es el hombre se trasciende en la realidad a través de la inteligencia (razón o racionalidad).
Efectivamente, los seres humanos creamos valores inevitablemente, porque estos son necesarios para dar sentido a la existencia. Pero los valores siempre son construcciones individuales. Bien decía Ortega que toda creación es aristocrática (el producto de los mejores y más excelentes individuos). Sucede, pero, que el creador no tiene más remedio que compartir lo creado, algo inevitable en tanto que, además de un yo individual, también es un ser social.
Una vez los aristos (los mejores y más excelentes) crean valores, los domesticadores sociales (políticos y oligarquías de poder de turno) decidirán si los aceptarán o los rechazarán para que estos formen parte de sus programas de pedagogía social; sus programas de vida orientados a la crianza y domesticación del ganado humano.
Al final, todos los valores que den sentido a un colectivo humano (sociedad) se tendrán que implantar y, sobre todo, legitimar, como incuestionables programas de vida.
Toda sociedad que haya de vertebrarse y ser funcional necesitará un programa de vida o cosmovisión que dé sentido a la vida de sus ciudadanos. Y dichos programas de vida se implantarán, ya sea por la vía de la imposición (Estados totalitarios) o del consenso (Estados democráticos).
Al ciudadano, sujeto individual, le corresponderá decidir si su proyecto de vida es coincidente o disidente con el programa de vida propuesto por su entorno social (circunstancias). Y de nuevo, dependiendo del grado de libertad que garantice dicho sistema, el individuo tendrá mayores o menores posibilidades, en caso de disidencia, para realizar sus propios proyectos de vida y poder ser él mismo, a través de sus propios valores. En mi parecer, y huelga decirlo, el mejor sistema, más respetuoso y celoso en la salvaguarda de la libertad individual y, por tanto, también de los valores subjetivos, es el liberalismo. Todos los demás sistemas tendrán, en mayor o menor medida, algún grado de prepotencia, ya sea orgullosamente expuesta (nacionalsocialismo e Islam) o hábilmente enmascarada (comunismo).

Sigues:
Yo puedo entender, aunque no lo comparta, que si tú tienes esas creencias trates de imponer tus valores al margen de toda valoración moral. Ahora bien, lo que ya no comparto ni tampoco entiendo es que además esperes que todos las personas de occidente acepten y adopten tus mismos valores a pesar de que cada uno de ellos posea su propia herencia histórica-cultural. Con lo cual parece que no sólo abogas por imponer tus valores a las personas de otras sociedades y culturas sino a personas de tu misma sociedad y cultura que no compartan tus valores.

En el párrafo anterior he expuesto, creo que con bastante claridad, aunque resumidamente, cuáles son "mis creencias".
Y después de declararme liberal, resulta evidente que no deseo tanto imponer nada a nadie como el evitar que a mí sí me impongan valores con los que no comulgo.
No entiendo, por tanto, de dónde sacas que yo desee, como dices literalmente, imponer mis valores a las personas de otras sociedades y culturas, o a las personas de mi misma sociedad. ¿¿??

Sigues:
Verás, yo al igual que tú creo en unos valores que no desvaloricen la vida. Por cierto, esto último ya es una valoración en torno a lo que debe de ser la propia vida. Lo que ocurre es que la defensa de esa re-valorización de la vida no pasa por la imposición ni por una teoría subjetivista de la vida. Quizá en el diagnóstico estemos de acuerdo pero no en su tratamiento.

Estamos de acuerdo, necesitaríamos unos valores que re-valorizasen la vida. La cuestión será, efectivamente, dilucidar qué valores serían esos y cómo habrían de implantarse en una sociedad.

Volvemos a coincidir:
¿Cómo convencerías tú a una persona que no posee o que no valore la vida tal cual tú la entiendes? ¿ Por qué habría que entender la vida o valorarla toda persona como tú la valoras? ¿Si los valores son irracionales cómo propones defender los tuyos frente al de los demás?

Las preguntas que formulas son las que han de responderse; son las que hacen referencia al cómo se deberían implantar unos determinados valores. Por otra parte, vuelvo a insistirte en que yo no creo en los valores irracionales. De hecho, todos los valores son racionales en tanto todos son creados por seres racionales (seres humanos). ¿A qué te refieres con "irracionales"?
En el parecer de Zubiri ningún valor podría ser irracional, de la misma manera que no podría existir ningún hombre inmoral (en este tema ya estuvimos de acuerdo).

Un saludo.
Última Edición: 20 Dic 2015 13:53 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 21 Dic 2015 11:32 #34574

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Hola Elías. Sigo retomando tus comentarios y reflexiones.

Ahora, por fin, llego a tu última intervención.

Dices:
Continuemos con el ejemplo del árbol. Dije que “el” árbol es “más” que sus notas. Y ese “más” viene dado por su momento de realidad ( formalidad de realidad). Es decir, al árbol se le pueden caer sus hojas o arrancar sus ramas, pueden cambiar el color de sus hojas o puede venir alguien y pintarlo sin que por ello deje de estarnos presentes como el mismo árbol. O sea, sigue siendo el mismo árbol aunque hayan cambiando sus notas.
Por tanto, toda cosa real, y por su momento de realidad, es “más” que sus notas. El momento de realidad no es algo al margen, separado o trascendente de sus notas pero no se identifica con ellas, es decir, es “más” que sus notas pero en ellas mismas.

Y concluyes magníficamente:
Ese momento de apertura, ese “más”, es el momento de trascendentalidad de toda cosa real. Por tanto, es la propia realidad la que es trascendental ( y no trascendente). Es la propia realidad la que es “más” que las notas en las cuales se expresa.
La realidad no es trascendente a las notas aprehendidas ( realismo ingenuo) pero tampoco dicho momento de trascendentalidad es puesto por un sujeto (idealismo ingenuo) sino que es la propia cosa real la que es trascendental por su momento de formalidad de realidad.

Te entiendo. Heidegger diferenciaba entre el lenguaje cotidiano y el lenguaje poético. El primero, el lenguaje cotidiano, estaría preocupado exclusivamente del ente como ente, es decir, no se preocuparía por la cuestión del Ser.
El lenguaje poético, sin embargo, y según Heidegger, se preocuparía por la cuestión del Ser, pues la forma de pensar no está desligada de la forma de vivir.
Efectivamente, es necesario y posible ir más-allá del ente para captar al Ser.
Creo, y es opinión personal, que sería esta necesidad vital de ir más allá del ente, lo que bautizó Zubiri como religación. De hecho, Heidegger sostuvo, como yo mismo en numerosas ocasiones, que ningún hombre no tiene religión. Como suelo decir: todos somos creyentes, por imperativo vital y para huir de la angustia ante la nada. Y el que no crea en un Dios, creerá en una idea cualquiera convertida en religión (decía Heidegger que el comunismo era en sí mismo una suerte de religión).

Sigues:
Me voy a detener un momento para explicar qué se entiende por adorar una montaña. Se ha dicho que existen cultos que adoran al Dios-Sol. Pero lo que se suele decir o entender cuando ello se dice es que dichos cultos adoran al Sol. Sí, claro que adoran al Sol. Pero no lo adoran por una serie de notas como puedan ser su intensidad lumínica, forma o tamaño. Sino que lo adoran en tanto “más” que esas notas. Lo adoran en tanto que Dios reside o mora en él y desde allí despliega sus efectos. Un astrofísico podrá y deberá describir dicho astro desde su ciencia. Pero lo que sería quimérico es pensar que los que adoran al Sol lo hacen por la características que describe la astrofísica. Quien adora al Sol lo hace porque considera que allí reside el Poder que anima la vida en la Tierra. Es decir, que el Sol es dador de vida pero no por las propiedades que describe la astrofísica.
Los monoteísmo consideran que esta visión no es que sea incorrecta sino que es insuficiente.. Pero no porque Dios no resida en el Sol sino por considerar que Dios no reside únicamente en él. Dios no es trascendente “a” las cosas sino que es trascendente “en” las cosas. Pero no en una y única cosas sino en todas y cada una de ellas.

Totalmente de acuerdo.

Sigues:
Cuanto te tumbas en un prado desnudo tú ya estás inmerso en un mundo de sentido. Lo que te evoca, lo que te hace imaginar, lo que sientes o los deseos que despierta en ti ese paisaje ya es algo construido o mediado por el lenguaje, la cultura o las estructuras psico-orgánicas que te han tocado vivir y que te han tocado en suerte. Pero es el momento de realidad, ese “más”, esa apertura de la realidad que está en toda cosa real lo que posibilita toda la construcción del mundo del sentido ya sea por vía de los conceptos, preceptos o fictos elaborado por el logos o por la construcción vía los sentimientos.

Entiendo lo que quieres decir, pero intentaré explicar mejor lo que pretendí decir yo.
Parece que tú defiendes, corrígeme en caso contrario, que cuando estamos inmersos en un mundo de sentidos (por ejemplo, tumbados desnudos en un prado) todo sentir o evocación es una construcción del lenguaje, o está mediado por el mismo. Discrepo.

Existe un algo a priori, un sentir que aparece o se apertura en la misma realidad que no se puede expresar con el lenguaje cotidiano. Ese algo interprétalo, si lo prefieres, como un momento místico o de religación con el Ser.
Efectivamente, cuando mi cuerpo desnudo experimenta placer y bienestar al entrar en contacto con los rayos del Sol, puedo estar tentado de deificar al astro rey y de elaborar toda una serie de interpretaciones y/o justificaciones de mi sentir o experiencia mística, pero lo haré a posteriori.
Y para poder expresar mi sentir o experiencia apriorística no tendré más remedio que recurrir a un lenguaje diferente al lenguaje cotidiano: deberé recurrir al lenguaje poético para poder profundizar en la relación profunda que se produjo entre la realidad y yo mismo.
¿Y qué es la estética, sino lenguaje poético?
Cuando Zubiri apeló a la inteligencia sentiente, igual que cuando Zambrano apeló al pensamiento poético, lo que estaba reivindicando eran nuevos modos para revelar al Ser (para ir más allá del ente). Después, como pretendí explicar en este hilo sobre la estética y la ética, vendría el lenguaje formal para explicar, interpretar y/o justificar esa comunión mística o religación con el Ser. Aparecerá, entonces, la ética, para decirnos si el hecho de estar tumbados desnudos al Sol es bueno o malo, virtuoso o pecaminoso.

Sigues:
Creo que quien tematizó la cuestión del fundamento fue Hegel. Y Heidegger lo recoge de él y Zubiri de Heidegger. La finalidad de hacer uso de la palabra fundamento es intentar evitar la entificación de la realidad. El fundamento no es una causa. Cuando el fundamento se entiende como una causa ya se está entificando la realidad. Porque hablar de causalidad ya implica la existencia de dos relatos. Dios, por ejemplo, sería una cosa que causa el mundo. Con lo cual tendríamos la existencia nuevamente de dos mundos. El fundamento no es una causa qué esté más allá de sus efectos. El fundamento sería la razón ultima, y que está en la cosa misma, aunque no se identifique con ella, que da razón de su existencia. Por eso Zubiri decía que Dios ( en su concepción filosófica) es trascendente “en” las cosas y no trascendente “a” las cosas. Dios se actualizaría en las cosas ( por vía de la razón) como puro fundamento de las mismas. Sería una Realidad –fundamento que no hace otra cosa sino fundamentar.

Nada que añadir. Efectivamente, Dios se actualizaría en las cosas ( por vía de la razón) como puro fundamento de las mismas. Sería una Realidad –fundamento que no hace otra cosa sino fundamentar.


Tu última aportación es genial y enlaza directamente con lo que pretendía explicar:
Hoy sabemos que la luz y las condiciones climáticas ejercen una mayor o menor, pero influencia, sobre nuestros estados anímicos. Es decir, que nuestros estados anímicos no son algo meramente subjetivo. Sino que nuestra relación con el mundo hace que en nosotros aparezca un estado anímico de tristeza o de alegría. Por tanto la tristeza como la alegría no son estados creados por nuestra subjetividad sino que nacen de nuestra relación con el mundo. Ni es una cuestión meramente subjetiva ni una cuestión puramente objetiva. Se trata de un estado relacional
Es decir, la realidad es de tal condición que puede despertar en nosotros un estado anímico de tristeza o de alegría. Y es precisamente por esa condición, y en ese sentido, por el que puede decirse que la realidad es alegrante o entristeciente.

Sí, la alegría de estar tumbados desnudos al Sol sería una estado de relación profunda entre el Dasein y el mundo. Y por eso, en tanto que profunda, dicha relación (que ha captado al Ser a través de su aperturabildiad) solo puede expresarse a través del lenguaje poético (alegórico y metafórico); única manera de poder decir que la realidad es alegrante o entristeciente.
Última Edición: 21 Dic 2015 11:35 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 23 Dic 2015 18:39 #34581

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Hola Herrgoldmundo

No sé cuando te responderé como mereces. Lo que no ha conseguido el resultado de estas elecciones lo ha conseguido, en intensidad, un pequeño bichito ( virus). Me ha dejado fuera de combate. Bien es verdad que de éste me recuperare pronto pero de aquel vaya uno a saber.

Un Saludo
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Estética, ética y "True detective". 24 Dic 2015 09:33 #34583

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No te preocupes Elías. Primero encárgate de esos "bichitos".

Por cierto, Feliz Navidad para ti y para todos los compañeros del foro.
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Estética, ética y "True detective". 25 Dic 2015 21:18 #34592

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Hola Herrgolmundo

En primer lugar agradecerte tu preocupación y en segundo lugar desearte, tanto a ti como al resto de compañeros del foro, una muy Feliz Navidad. Por cierto, agradecerte igualmente el que hayas hecho uso de la expresión “Feliz Navidad”. Porque, e independientemente de creencias, a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Me molesta profundamente esa expresión de Felices Fiestas para que así algunos no se atraganten pronunciando la palabra “Navidad”. Lo curioso es que muchos de los que se atragantan son aquellos mismo que se les llena la boca con la palabra pluralismo o que nos hablan del respeto hacia las creencias de los demás. Hoy podemos asistir durante casi una semana de antelación a la preparación en los colegios de la magnífica y castiza fiesta de Halloween mientras que colocar un belén en los colegios está siendo motivo de disputa. Por cierto, la gente no dice “felices fiestas” sino “feliz Halloween”. Si queremos lanzar los belenes por las ventanas de los colegios pues hagámoslo pero igualmente, y por las mismas razones, lancemos todas las “calabazas” por las mismas ventanas de los belenes. Bueno, una vez desahogado entraré en materia.

Nos dices:

“Primera: defendiendo que la pregunta no ha lugar, en tanto creemos que la vida sí tiene sentido, ya fuere dado por una esencia apriorística y universal (idealismo) o por una esencia construida a posteriori, por la subjetividad de cada individuo (materialismo). En ambos casos, sin embargo, se comete la pueril trampa de creer que, necesaria e inevitablemente, ha de haber una esencia (verdad de la realidad) cuya existencia es imposible de demostrar. Creemos en la esencia porque necesitamos salvarnos de la angustia ante la nada; porque necesitamos justificar nuestra existencia.


Segunda: podemos responder honestamente, como hiciera Heidegger, y argumentar que la vida, incluso sin sentido, ha de ser vivida por imperativo de la vida misma. Esto que digo puede parecer, precisamente, una perogrullada sin sentido, pero es que el ser solo tiene un único sentido: el de seguir siendo. No hay más. Es el hombre, en su angustia y desde su desesperanza, el que busca un por qué y un para qué existir.”


Dices que “ el ser solo tiene un único sentido: el de seguir siendo. No hay más. Es el hombre, en su angustia y desde su desesperanza, el que busca un por qué y un para qué existir”.

Según yo lo veo el hombre busca un por qué y un para qué existir ( cuestión aparte es la respuesta que dé a estos interrogantes) porque no puede dejar de hacerlo. Es que el ser del hombre no consiste constitutivamente en seguir siendo sino en tener que hacer-se para poder seguir siendo. Es que el hombre no es un animal o al menos no puede reducirse a pura animalidad. Un animal no tiene que hacer-se sino que simplemente sigue-siendo. Pero esto último no es lo que le acontece al animal humano. Un hombre no es sólo las propiedades naturales que posee sino también aquellas propiedades que se apropia.

Un hombre no puede seguir siendo sin más sino que tiene que hacerse de una u otra forma para poder seguir siendo. Los leones en la actualidad siguen siendo los mismos leones que los de hace 300 años pero nadie diría que los hombres en la actualidad siguen siendo los mismos que los de hace 300 años. El hombre también es historia a diferencia del resto de animales. Y eso significa el tener que forjar y apropiarse sus propias posibilidades.

¿Pero qué significa el tener que forjar y el tener que apropiarse sus propias posibilidades? Pues significa el tener que elegir, y por tanto, el tener que justificar dicha elección entre todas las posibilidades reales que se le ofrecen. Y no es acaso el tener que justificar dicha elección el tener que buscar un por qué y un para qué.

Personalmente no considero que una persona esté errada al decir que la vida tiene sentido. Eso sí, consideraría, y en el plano filosófico, que es en el que nos movemos, que estaría profundamente equivocada si partiera, y como bien dices, de la consideración apriorística de que la vida necesaria e inexorablemente tiene que tener sentido. El sentido de la vida no es algo de lo que se deba partir sino a lo que se debe llegar.

De igual forma no consideraría que una persona está errada al decir que la vida no tiene sentido. Eso sí, consideraría que estaría profundamente equivocada si partiera de la consideración apriorística de que la vida necesaria e inexorablemente es un sinsentido. El sinsentido de la vida no es algo de lo que se deba partir sino a lo que se deba llegar.

El tema que voy a tocar a continuación, y muy someramente, es un tema que por diversas razones, que no voy a tematizar, trataré con mucha cautela y respeto. Y dicho tema, tema tabú, es el del suicidio.

¿Por qué se suicidan las personas? El tema del suicidio está indisolublemente ligado a la cuestión del sentido de la vida. O mejor dicho, al sentido que cada uno dé a su vida. Una persona puede acabar con su vida porque considera que sin la persona amada su vida deja de tener sentido. Otra persona puede acabar con su vida porque considera que no alcanzar las metas profesionales que se impuso o que le impusieron es vivir un vida que ya no le colma o que le supone una deshonra. Incluso personas que consideramos que no tienen motivo alguno para hacerlo porque creemos que tienen todo aquello para que su vida posea sentido ( un trabajo, una familia que les quiere, etc..) acaban con su vida. Al parecer, y pese a todo ello, están sumido en un gran vacío existencial ( dejaré fuera las depresiones endógenas).

Pero mucho me temo, aunque me gustaría conocer tu punto de vista, porque conocerás mucho mejor que yo el estado de la cuestión, que a estas personas les colme el que se les diga que tienen que seguir viviendo por imperativo de la vida misma. Dudo mucho que esto acabe por convencer a persona alguna de que deba de continuar con su vida aunque ésta ya no posea sentido alguno o sea un sinsentido. Una vida sin sentido alguno es una vida que no merece ser vivida. Y desgraciadamente, y con todo el dolor que ello supone para ellos y para sus allegados, eso es algo que bien conocen los suicidas y sus allegados.

Un Saludo

PD: Felicitarte por los temas que estás sacando en el foro.
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Estética, ética y "True detective". 25 Dic 2015 21:40 #34593

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Antes de continuar hay una cuestión que quiero matizar en torno a la construcción de los valores. Y quiero matizarla porque quizá, y por falta de la misma, puede mal interpretarse lo que vengo diciendo.

He dicho, y mantengo, que los valores se “construyen”. Que hay una un tipo de racionalidad ( dialéctica) en la construcción de dichos valores que nos permitían, y bajo ciertas condiciones, alcanzar unos mínimos de entendimiento ( ética mínima). Eso es lo que he dicho. Lo que no he dicho o al menos no he querido decir es que los personas tengan obligatoriamente que asumir los resultados que salgan de dicho diálogo. Es decir, lo que no he querido decir es que la persona acabe por disolverse teniendo que aceptar indefectiblemente los resultados de dicho diálogo.

Sí que considero que si una persona está verdaderamente abierta al diálogo y a dar las razones de su creencias y valores puede que acabe por darse cuenta de que sus razones no están tan bien fundamentadas como él creía y que ello precisamente podría contribuir a un verdadero acercamiento y entendimiento del “otro”. Ahora bien, esto no significa caer en la “tiranía” de lo “otro” de tal manera que uno tenga que renunciar a sus creencia y razones en beneficio de los “otros”. Y creo que algo de esto último se da en la actualidad en nuestra sociedad occidental. Es que a veces parece que lo “otro”, y por ser meramente “otro”, ya goza de una posición de superioridad con respecto a lo “mío” o a lo “nuestro”.

Considero que es tan error enrocarse en las creencias y valores propios sin sentirse apelados por los “otros” como el de renunciar acríticamente a los valores propios en beneficio de los valores de los “otros” atribuyéndoles sin justificación alguna una supuesta superioridad.
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Estética, ética y "True detective". 26 Dic 2015 12:59 #34594

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Hola Elías.

Escribí:
“ el ser solo tiene un único sentido: el de seguir siendo. No hay más. Es el hombre, en su angustia y desde su desesperanza, el que busca un por qué y un para qué existir”.

Y comentaste al respecto:
Según yo lo veo el hombre busca un por qué y un para qué existir ( cuestión aparte es la respuesta que dé a estos interrogantes) porque no puede dejar de hacerlo. Es que el ser del hombre no consiste constitutivamente en seguir siendo sino en tener que hacer-se para poder seguir siendo. Es que el hombre no es un animal o al menos no puede reducirse a pura animalidad. Un animal no tiene que hacer-se sino que simplemente sigue-siendo. Pero esto último no es lo que le acontece al animal humano. Un hombre no es sólo las propiedades naturales que posee sino también aquellas propiedades que se apropia.

Vale, estamos de acuerdo, el hombre busca un porqué y un para qué porque no puede evitar dejar de hacerlo. Pero ¿por qué no puede evitar de hacerlo? Tu respuesta es cierta: porque el hombre no es pura animalidad.
¿Y qué quiere decir que el hombre no es pura animalidad? Pues resumiendo, y sin necesidad de volver a Zubiri (a su animal de realidades, inteligencia sentiente y la necesidad de religación), yo diría que el hombre se hace preguntas existenciales porque es consciente de que algún día dejará de existir. Si no tuviese certeza de lo real e inevitable de su propia muerte, no habría necesidad de positivarla, es decir, no habría necesidad de buscar el sentido al hecho radical de vivir.

Todo lo que argumentas a continuación es cierto, y lo comparto. Pero...

Vivir es ser y perdurar. El error aparece cuando al hombre, arrojado desnudo al mundo, no le basta con esta certeza y busca algo más.
¿Y qué es ese algo más que ansía hallar el ser humano? Pues la inmortalidad; no le basta saber que vivirá un tiempo, sino que se pregunta por qué y para qué tiene que vivir durante ese tiempo. No es tanto que el hombre busque el sentido de la vida (ésta ya lo tiene per se), sino que busca un sentido que se acomode a sus necesidades existenciales. No es lo mismo decir que la vida no tiene sentido que decir que la vida no tiene el sentido que yo quisiera que tuviese. No sé si me explico.

Ahora empezamos a entendernos:
El tema que voy a tocar a continuación, y muy someramente, es un tema que por diversas razones, que no voy a tematizar, trataré con mucha cautela y respeto. Y dicho tema, tema tabú, es el del suicidio.

De hecho yo creo, como Camus, que el único tema de la filosofía es el suicidio; o, por mejor decirlo, el gran tema es cómo rehuir la tentación de suicidarnos o de abandonarnos a la autoinmolación vital. Todo lo demás es tan solo "sombras y cenizas"; vano saber tan solo por saber, autoengaños vitales, como a mí me gusta denominarlos, mejor o peor elaborados.

Haces una buena pregunta. Formulas la Pregunta (en mayúsculas):
¿Por qué se suicidan las personas?

Se suicidan quienes pierden o no tienen la habilidad suficiente para elaborar autoengaños vitales que les permitan burlar el sinsentido de la existencia. Mi reflexión al respecto, en "La depresión desde una perspectiva filosófica", partía de un presupuesto apriorístico: la vida no tiene sentido, aunque mejor hubiese sido matizarlo como he hecho ahora, gracias al intercambio dialéctico contigo: la vida no tiene el sentido que a nosotros nos gustaría (el de trascendernos como seres inmortales).

Una primera respuesta, fácil y reduccionista, consistiría en argumentar que los individuos más inteligentes tendrían una mayor tendencia al suicidio. Pero, al mismo tiempo, también tendrían más habilidades y recursos para elaborar autoengaños (mecanismos de defensa).
Hay muchos estudios y mucha literatura que así lo demuestran. Yo suelo apoyarme, y me extraña que todavía no lo haya hecho por estos lares, en un delicioso libro que leí siendo muy joven, cuando gustaba de sumergirme en los mundos de la Ciencia Ficción: "Flores para Algernon".

Resumiendo brevemente, podríamos decir que: a más inteligencia, mayor consciencia de nosotros mismos y de la certeza de nuestra muerte.
No recuerdo ahora quien dijo también aquello de que la única manera de ser feliz era siendo idiota o pareciéndolo.
En cualquier caso, esta explicación no daría cuenta de por qué aparecerían tendencias suicidas en numerosos casos de individuos con escasa inteligencia.
Por supuesto estaríamos obviando las variables patológicas más estrictamente psicológicas (trastornos del desarrollo, psicosis, esquizofrenia...) ante los cuales lo mismo daría ser más o menos inteligente.

Partiendo de que estamos considerando individuos relativamente equilibrados, psicológica y emocionalmente, podríamos decir que los más inteligentes serían también los más propensos al suicidio.
Ahora bien, después también tendríamos que tener presentes las circunstancias, que actuarían como factores inhibidores o desinhibidores de las tendencias suicidas.

Un factor circunstancial que influiría, y mucho, en la génesis de tendencias suicidas sería el Sol: la luz y el calor que emanan del astro rey. Numerosos estudios avalan la tesis de que en los países más fríos y con menos horas de luz natural es mayor la tasa de suicidios.

Podríamos resumir y elaborar una tesis provisional a partir de lo que hemos comentado hasta ahora: tendrán mayor probabilidad de desarrollar tendencias suicidas los individuos inteligentes que vivan en climas fríos y que dispongan de pocas horas de Sol.
¿Cuál sería el razonamiento intuitivo inherente a esta tesis?

Yo creo que el Sol es vida. No solo VIDA entendida como necesaria para las funciones de los seres orgánicos sino en un sentido más amplio: en sentido existencial.
Si hacemos un pequeño y rápido análisis introspectivo sobre nosotros mismos podemos observar que estamos más felices y contentos los días soleados y luminosos; de hecho, estos días estamos más condicionados para desear alimentar nuestros sentidos: tener sexo, pasear y/o realizar excursiones, quedar con los amigos o, sencillamente, tumbarnos desnudos a tomar el Sol.
Yo sostengo que éste es el sentido primario que otorgamos a la existencia: el de encontrarnos bien con nosotros mismos a través de nuestra comunión o religación con el entorno. No hay que ser un erudito sabio para ser feliz. Diógenes de Sinope lo dijo y yo lo suscribo: para ser feliz basta con poder saborear los rayos de Sol.

El problema, por tanto, será dilucidar qué nos impide saborear los rayos del Sol. Todo aquello que nos impida sentir y comulgar con el todo de la Naturaleza será antinatural, antivital y, por tanto, antihumano. Todo lo que reprima nuestros sentidos primarios será agente estresante y/o depresivo y, a la postre, podrá generar tendencias suicidas.

Volviendo a tu pregunta: ¿Por qué se suicidan las personas?

Pues porque se olvidan del Sol (¿se olvidan del Ser?). No entienden que el sentido de la vida está en la propia vida y no en la producción de autoengaños más o menos elaborados, obcecados en encontrarle un sentido a la misma.
Última Edición: 26 Dic 2015 14:08 por Herrgoldmundo.
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Estética, ética y "True detective". 26 Dic 2015 19:12 #34595

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Hola Herrgoldmundo

Dices: “ Pero…Vivir es ser y perdurar. El error aparece cuando al hombre, arrojado desnudo al mundo, no le gusta esa certeza y busca algo más.”

Parafraseando a Matías Prats (hijo) en un determinado anuncio decirte: “ Permíteme que insista”. Yo no soy mi vida sino que la vida es mía, es mi vida. La vida animal consistirá en ser y perdurar pero la vida humana consiste en poder ser y en tener que ser de una u otra forma.
Lo que no logro entender es el porqué de tu crítica al judeocristianismo, supongo que desde el plano filosófico, en el sentido, y con la cual estoy de acuerdo, de que no se puede partir de la evidencia o de la certeza de que existe un fundamento o sentido último de la realidad para a continuación decirnos que hay que partir apriorísticamente del sinsentido de la existencia o de que la vida no tiene el sentido que a nosotros nos gustaría. En este último caso partes, al igual que el judeocristianismo, de que el mundo posee ya un sentido ( sea éste el que sea y aunque no nos guste).
Es decir, si esa es tu posición, créeme, la respeto profundamente. Ahora bien, esa posición no tiene ningún valor filosófico como no la posee el judeocristianismo desde el punto de vista filosófico.

Por cierto, tampoco entiendo muy bien eso de que haya que vivir por imperativo vital. Y no lo entiendo porque ello supone una entificación de la realidad. Supone convertir eso que llamamos vida en una especie de “cosa” o “ente”. Y que además esa cosa o ente nos obliga o nos dicta un determinado imperativo. No existe la vida. Lo que existen son los seres vivos. La vida es un determinado modo de ser de esos seres que llamamos seres vivos. No existe “la” realidad como no existe “el” espacio, “el” tiempo o “la” vida. Existen cosas reales, cosas espaciosas, cosas tempóreas o seres vivos. Apelar a una especie de ente o cosa llamada “la” vida o “vida” que se da al margen de las cosas reales creo que es una manera errónea de enfocar el problema. Ni existe “la” vida ni esa supuesta “vida” nos dicta ningún tipo de imperativo.

Tampoco estoy de acuerdo con la consideración de que el hombre es arrojado desnudo al mundo. Quizá una persona que posea una consideración individualista del ser humano podría sostener dicha afirmación pero para los que consideramos que el hombre es un ser relacional, y que nace y se constituye en comunidad, pues nos cuesta entender, a mi al menos, qué se quiere decir cuando se dice que el hombre es arrojado desnudo al mundo. Sí, un hombre tiene que hacerse a sí mismo pero no se hace desde sí mismo sino que también se hace apoyado en y desde los demás. Es que si eliminamos esa dimensión social o relacional entonces sí que nos quedará un hombre desnudo, solo y abandonado a sí mismo y a sus propias fuerzas. Sí, en un sentido el hombre nace y muere solo. Pero sólo en un sentido.

Estoy de acuerdo cuando dices que un persona se hace preguntas existenciales porque es consciente de que algún día dejará de existir. Pero no solo por ello. Es que es la propia realidad la que nos impele a formularnos ese tipo de preguntas. Es que la realidad, y al ser constitutivamente abierta, nos está presente enigmáticamente. La realidad es “más” que aquello que aprenhendemos. Es la propia realidad la que es trascendental, y por tanto, la que nos obliga a preguntarnos por su fundamento último. Si la realidad no nos estuviera presente como enigmática, si no nos estuviera presente como trascendental, dudo mucho que alguien se preguntara sobre dichas cuestiones porque la respuesta estaría clara y asumida. Si la realidad nos estuviera presente como aquello que aprehendemos en primera instancia y nada “más” pues entonces no nos forzaría a cuestionarnos nada “más”. Es decir, no creo que todo se explique por sabernos mortales. Es la forma en la que nos está presente la realidad y el sabernos mortales lo que explicaría este tipo de cuestiones. Pero creo que el sabernos mortales es un momento consecutivo. Cuestión aparte es cómo resolvamos a título personal estas cuestiones. Para unos el fundamento último será la pura mundanidad mientras que para otros será una Realidad-Fundamento que la denominará y conceptuará de una u otra forma.

Por cierto, también he leído la tesis de que en climas fríos y que dispongan de pocas horas de sol es mayor las tasas de suicidios. Y se suele poner como ejemplo los países escandinavos. Ahora bien, respecto al tema en cuestión he leído otro tipo de explicaciones. Algunos dicen que si en los países escandinavos las tasas de suicidio son mayores no es porque realmente lo sean sino porque no existe el tabú que existe en los países mediterráneos. Es decir, allí se publican las tasas reales de suicidios mientras que en los países mediterráneos las tasas parecen más bajas porque simplemente no se tiene un acceso real a los datos. En los países mediterráneos los datos en torno al suicidio se suelen ocultar cuando no negar.
Aunque en honor a la verdad también he leído otra explicación del porqué las tasas de suicidios en las países escandinavos son más altas. Y nada tendrían que ver con el clima. Al parecer en esos países todo está asegurado. Es un sistema en el que están cubiertas todas las necesidades “básicas”. El estado se encarga de todo ello. Son países en lo que el estado se encarga, y debido a su buena gestión, de reparar todas aquellas contingencias que puedan sufrir los individuos. Esto hace, y según un estudio “solvente” que leí hace algún tiempo, que las personas no sepan muy bien cómo abordar aquellas cuestiones que el estado no es capaz de resolverles como puede ser la muerte de una persona amada. Dicho estudio venía a decir que una sociedad en la que casi todas las necesidades básicas están cubiertas por el estado lo cual hace que el individuo no tenga que enfrentarse al problema de cómo solucionar dichas cuestiones hace que con el tiempo dichas sociedades sean más “débiles” a la hora de afrontar problemas que el estado no les pueda resolver. En fin, no sé que habrá de cierto en todo ello.

Ya dije que la realidad puede ser “entristeciente” o “alegrante”. Y no cabe duda de que todo ello afecta al carácter y a la personalidad de las gentes. Aunque no sé, y hasta qué punto, ello puede explicar una mayor tasa de suicidios en caso de que tal tasa fuera real.

Dices: “Pues porque se olvidan del Sol (¿se olvidan del Ser?). No entienden que el sentido de la vida está en la propia vida y no en la producción de autoengaños más o menos elaborados, obcecados en encontrarle un sentido a la misma.”

Creo que gran parte de razón tienes. Vivir de autoengaños, al margen de la propia vida, nos llevará antes o después al propio desengaño. Pero de la misma forma considero que vivir la vida, al margen de esperanza alguna, nos lleva antes o después, aunque por vía diferente, a la desesperanza más absoluta. Según yo lo veo el sentido de la vida no reside ni puede residir en la propia vida sino en la esperanza que nosotros depositemos en nuestra propia vida. Porque, y como ya dije, nosotros nos somos nuestra vida sino que nuestra vida es la que nosotros, en mayor o en menor medida, decidamos forjarnos.

Y no es lo mismo la esperanza que el autoengaño. En la esperanza, y por serlo, siempre hay un elemento de duda y de incertidumbre. Uno espera que algo pueda ocurrir pero sabiendo que pudiera estar totalmente errado y que por tanto eso que espera nunca llegue aunque se viva con la esperanza de que algún día llegue. Pero ello no tiene por qué implicar un abandono de esta vida ( por cierto, la única que con seguridad tenemos).Nunca he logrado entender la posición de aquellos que nunca dudan. Nunca he logrado entender aquellos que poseen la certeza de un sí o de un no. Por eso no me gusta la posición de aquellos que consideran que la esperanza es un autoengaño. Y no me gusta porque al parecer esas personas ya han desentrañado, y vaya uno a saber el cómo, la realidad última de toda realidad.

Y no estoy diciendo que tanto en el pasado como en el presente no se dé o se haya dado una gran dosis de autoengaño. Y precisamente en ese autoengaño radicaba el dogmatismo de dichas posturas. Pero es que precisamente puede ser otro autoengaño, e igual de dogmático que el anterior, el negarle todo sentido a la vida. Yo no digo que haya gente obcecada en encontrarle sentido a la vida pero es que hay otros que parecen igualmente obcecados en negarle todo sentido a la vida.
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Estética, ética y "True detective". 28 Dic 2015 13:04 #34604

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Hola Elías.

Dices:
Permíteme que insista”. Yo no soy mi vida sino que la vida es mía, es mi vida. La vida animal consistirá en ser y perdurar pero la vida humana consiste en poder ser y en tener que ser de una u otra forma.

Para mí la vida es una verdad radical. Quiero decir, con esta afirmación, que el Ser tiene como único y radical sentido (razón de ser) el de seguir siendo, perdurando en el tiempo. Vivir es perdurar en el tiempo. Punto.
Por supuesto, después tendríamos que hablar de la vida del hombre, de ese ser que por motivos que todavía no han sabido descubrir las ciencias ni la filosofía, se arrogó ser el dueño y señor de su propio destino y, de paso, dueño y señor del mundo. Que el hombre se erigiera en esencia de sí mismo, prepotente y señorialmente, no quiere decir que la vida sea aquello que a él le interesaría o gustaría que fuera.

No sé a qué te refieres cuando dices que mi posición no tiene valor filosófico. ¿Qué significaría tener valor filosófico? ¿Legitimar un posicionamiento filosófico a través de criterios (valores) de bueno o malo, justo o injusto? ¿No tendría valor si me alejase de ese humanismo (judeocristianismo e idealismo) que tanto se esforzó por dotar de sentido al mundo?

Claro que parto del supuesto de que el mundo tiene un sentido, per se y exclusivo, pero que no coincide con el sentido que los seres humanos quisieran darle.
Yo también siento repetirme, pero lo único inherente al Ser es ser, aunque parezca una perogrullada. Éste es su sentido original y primigenio o, si lo prefieres, su sentido primario antes de que una especie evolucionara en el planeta Tierra y, tras convertirse en homo sapiens, decidiera que su vida, su ex-sistere, por fuer había de tener una explicación, un porqué, o un sentido que le alejara de la desesperanza o la angustia ante la Nada.

Dices:
Por cierto, tampoco entiendo muy bien eso de que haya que vivir por imperativo vital. Y no lo entiendo porque ello supone una entificación de la realidad. Supone convertir eso que llamamos vida en una especie de “cosa” o “ente”. Y que además esa cosa o ente nos obliga o nos dicta un determinado imperativo. No existe la vida. Lo que existen son los seres vivos. La vida es un determinado modo de ser de esos seres que llamamos seres vivos. No existe “la” realidad como no existe “el” espacio, “el” tiempo o “la” vida. Existen cosas reales, cosas espaciosas, cosas tempóreas o seres vivos. Apelar a una especie de ente o cosa llamada “la” vida o “vida” que se da al margen de las cosas reales creo que es una manera errónea de enfocar el problema. Ni existe “la” vida ni esa supuesta “vida” nos dicta ningún tipo de imperativo.

Yo no planteo la vida como un modo de ser. Plantearlo así sería retrotraernos a Kant y a la exigencia de presuponer conceptos puros a priori para conocer qué es la vida. Un microorganismo cualquiera es y tiene vida, no porque él lo desee, sino porque vida y Ser son coincidentes. Un microorganismo no necesita inventar, descubrir o crear imperativos vitales.
Creo que tú partes de una filosofía en exceso idealista o kantiana, es decir, de la filosofía que considera la existencia de conceptos puros y a priori (espacio y tiempo) como necesarios para trascender la realidad.
Efectivamente, si de lo que se trata es de trascender (dar sentido a la realidad) nada mejor que retrotraernos al analítico Kant o, mejor aún, al revelador judeocristianismo.
A mí, sin embargo, no me vale el sentido revelado (religión), ni tampoco aquel que se autojustifica a través de conceptos puros apriorísticos (filosofía idealista). Respeto que para ti sea suficiente aceptar esencias apriorísticas que te permitan dar un sentido satisfactorio a la existencia (ser ahí en el mundo).

Cuando digo que el hombre es arrojado desnudo al mundo quiero decir que se encuentra inmerso en la existencia (tras nacer) sin esencia alguna.
A mí ya no me vale presuponerle al hombre la esencia apriorística que le otorgara Platón y más tarde el judeocristianismo. Tampoco me vale el sujeto trascendental ideado (puro idealismo de nuevo) por Kant. Tampoco me vale la trampa sartriana de crear esencias según el gusto del consumidor, a través de consensos colectivos o creaciones individuales (ca cual cree lo que quiere creer).

Si no acepto ningún sentido, sea revelado y/o construido, solo queda la opción de Heidegger: meditar y esperar expectante para hallar el sentido a través del dictado del Ser.
Sin embargo, dicha opción se me antoja, de nuevo, una suerte de propuesta "tramposa" muy parecida a la de Sartre.

Me explico: para dar sentido a la vida, dotándola de esencia o trascendencia sobre lo real, solo cabe, hasta ahora, considerar tres vías:

1) El Ser tiene esencia a priori (Platón, judeocristianismo y Kant)
2) El Ser tiene esencia a posteriori, según la acepción existencialista, ya sea construida (Sartre) o hallada (Heidegger).

Jajaja, pero cuando parecía que las tres vías estaban agotadas, aparece el genial Sloterdijk y lanza una novedosa posición filosófica: una esencia coincidente con la existencia.
Así, ahora, además de poder posicionarnos en la creencia de que la esencia precede a la existencia (tradicional humanismo) o de que la existencia precede a la esencia (existencialismo humanista) podemos considerar una nueva posibilidad post-humanista (¿un nuevo y magnifico autoengaño?): la coexistencia precede a la existencia.

De momento, estoy buceando e indagando sobre esta tercera posibilidad, pero mucho me temo que sea tan solo nueva poesía, original y creativa, para volver a dar esperanzas al angustiado ser humano.

Dices:
Es que es la propia realidad la que nos impele a formularnos ese tipo de preguntas. Es que la realidad, y al ser constitutivamente abierta, nos está presente enigmáticamente. La realidad es “más” que aquello que aprenhendemos. Es la propia realidad la que es trascendental, y por tanto, la que nos obliga a preguntarnos por su fundamento último.

¡Pero si estamos totalmente de acuerdo! Claro que es la propia realidad (vida) la que es trascendental, pero recuerda que si a nosotros la realidad (para mí sinónimo de vida) sí nos obliga a preguntarnos por su fundamento último, en tanto que animales de realidades, eso mismo no ocurre con el resto del mundo animal.
No entiendo por qué diferencias las dos verdades radicales que serían la vida (Ortega) y la realidad (Zubiri).

Sobre la tesis relativa al suicidio que expones, señalando que una sociedad con todas las necesidades básicas aseguradas desarrollaría más tendencias suicidas, tiene su lógica. Sin embargo, fíjate que en otras sociedades, donde las necesidades básicas también están suficientemente cubiertas, como sería el caso de Cuba, no hay tendencias generalizadas al suicidio, sino más bien todo lo contrario: hay una gran parte de la población que ya es feliz teniendo lo mínimo par subsistir y gozando de un excelente sistema público sanitario. ¿Por qué?
Personalmente, yo creo que es debido al clima soleado y revitalizador. Por supuesto, después podríamos también referirnos a las diferencias culturales y, sobre todo, a las diferencias entre las religiones católicas (Cuba) y la protestante (mayoritaria en países escandinavos).

Sigues:
Creo que gran parte de razón tienes. Vivir de autoengaños, al margen de la propia vida, nos llevará antes o después al propio desengaño. Pero de la misma forma considero que vivir la vida, al margen de esperanza alguna, nos lleva antes o después, aunque por vía diferente, a la desesperanza más absoluta. Según yo lo veo el sentido de la vida no reside ni puede residir en la propia vida sino en la esperanza que nosotros depositemos en nuestra propia vida. Porque, y como ya dije, nosotros nos somos nuestra vida sino que nuestra vida es la que nosotros, en mayor o en menor medida, decidamos forjarnos.

Bueno, tú mismo lo has reconocido: el sentido de la vida no reside ni puede residir en la propia vida sino en al esperanza que nosotros depositemos en nuestra propia vida.
Claro, es que el único sentido del Ser (vida) es perdurar en el tiempo. El problema aparece cuando una forma determinada y concreta del Ser (Das-ein) se angustia ante la certeza de la muerte y necesita trascendentalizar su existencia (necesita tener esperanza de inmortalidad o perdurabilidad eterna) dotando de sentido su vida; dotándola, ciertamente, de un sentido que él mismo forjará (construirá) de acorde con sus necesidades

Sigues:
Y no es lo mismo la esperanza que el autoengaño. En la esperanza, y por serlo, siempre hay un elemento de duda y de incertidumbre. Uno espera que algo pueda ocurrir pero sabiendo que pudiera estar totalmente errado y que por tanto eso que espera nunca llegue aunque se viva con la esperanza de que algún día llegue. Pero ello no tiene por qué implicar un abandono de esta vida ( por cierto, la única que con seguridad tenemos).Nunca he logrado entender la posición de aquellos que nunca dudan. Nunca he logrado entender aquellos que poseen la certeza de un sí o de un no. Por eso no me gusta la posición de aquellos que consideran que la esperanza es un autoengaño. Y no me gusta porque al parecer esas personas ya han desentrañado, y vaya uno a saber el cómo, la realidad última de toda realidad.

También estamos de acuerdo. Claro que no es lo mismo esperanza y autoengaño, ni yo he dicho que sean lo mismo. De hecho, el autoengaño es la creencia en determinados mecanismos de defensas creados para proporcionarnos esperanzas. El autoengaño sería el medio y la esperanza sería el único fin último al que podría aspirar el ser humano para salvarse del nihilismo y de la autoinmolación vital.

Sigues:
Y no estoy diciendo que tanto en el pasado como en el presente no se dé o se haya dado una gran dosis de autoengaño. Y precisamente en ese autoengaño radicaba el dogmatismo de dichas posturas. Pero es que precisamente puede ser otro autoengaño, e igual de dogmático que el anterior, el negarle todo sentido a la vida. Yo no digo que haya gente obcecada en encontrarle sentido a la vida pero es que hay otros que parecen igualmente obcecados en negarle todo sentido a la vida.

Tienes razón. Todos los que nos salvamos de las tendencias suicidas somos hábiles titiriteros que sabemos urdir hábiles autoengaños. El último gran autoengaño, o última trampa de la moral, como lo denominara Nietzsche, sería el del conocimiento por el propio conocimiento, como si esperásemos, ebrios de esperanza, que cuanto mayor sea nuestro saber, más probabilidad habrá de hallar el sentido del Ser.

Un saludo
Última Edición: 28 Dic 2015 13:18 por Herrgoldmundo.
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