1.- Poesía y metafísica
Calificas mi especulación de “poética”, pero no veo qué más podamos hacer en este ámbito, si no es poetizar. Desde el positivismo lógico más radical ya Carnap hizo notar que toda proposición, si carece de referencia empírica y, por lo tanto, no puede afirmarse de ella la verdad o la falsedad, no merece otro calificativo que el de arte o poesía: “El metafísico cree moverse en el terreno o dominio en le que tiene lugar la verdad y la falsedad. Pero, en realidad, no ha afirmado nada, sino solamente ha dado expresión a algo, como un artista”.
Curiosamente (o tal vez no tanto) desde una postura filosófica radicalmente diferente se sostiene algo parecido: “Podemos entender la Metafísica como una ficción, como el producto de un libre ensayo que genera un mito, un mito de los orígenes (del mundo, del yo) y un mito de los fines (escatología)... Este carácter creativo de la Metafísica la sitúa entre la ciencia y la poesía y más cerca de ésta que de aquélla, como nos han recordado tanto Unamuno como Heidegger y María Zambrano, entre otros muchos” (F.J. Martínez, Metafísica, UNED, pp. 31-32).
Es intrínseca a las ciencias físicas la medición de la realidad. Pero toda medición necesita un canon de medida, pues si toda medida es relativa a otra, no hay medida posible. Y ese canon, o medida primigenia, no es medible, no es susceptible de verdad o falsedad, que diría Carnap, y en consecuencia, no puede ser sino mítico o poético, pues es metafísico, está más allá de toda posible física, de toda comprobación empírica.
Eso es lo que pasa con la velocidad de la luz en la física relativista. Uso como manual de referencia en estas cuestiones el libro base de la asignatura de Física general de la carrera de Física de la UNED (Paul A. Tipler y Gene Mosca, Física para la ciencia y la teconología, Ed. Reverté, 5ª edición). El primer capítulo se titula “Sistemas de medida”, precisamente, y leemos aquí lo siguiente, que creo que resulta instructivo y revelador:
“La unidad patrón de longitud, el metro, estaba definida originalmente por la distancia comprendida entre dos rayas grabadas sobre una barra de una aleación de platino e iridio que se guarda en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas, en Sèvres, Francia. Se escogió esta longitud de modo que la distancia entre el Ecuador y el Polo Norte a lo largo del meridiamo que pasa por París fuese igual a diez millones de metros. El metro patrón se define hoy como la distancia recorrida por la luz en el vacío durante un tiempo de 1/299.792.458 segundos”.
”La unidad de tiempo, el segundo, se definió originalmente en función de la rotación de la Tierra, de modo que correspondía a (1/60)(1/60)(1/24) del día solar medio. Actualmente se define en función de una frecuendia característica asociada con el átomo de cesio. Todos los átomos, después de absorber energía, emiten luz con longitudes de onda y frecuencias características del elemento considerado (...) El segundo se define de modo que la frecuencia de la luz emitida en una determinada transición del cesio es de 9.192.631.770 ciclos por segundo. Con estas definiciones, las unidades fundamentales de longitud y de tiempo son accesibles a cualquier laboratorio del mundo”.
Así pues, vemos cómo el sistema canónico de medida de longitud y tiempo que, como era lógico en el sistema físico newtoniano cuyos elementos fundamentales eran la masa (materia o res extensa) y la fuerza inercial y gravitatoria, estaba basado en datos como la circunferencia terrestre y en el movimiento rotatorio de la Tierra, pasa hoy a depender de la luz. Ésta pasa a ser el fundamento, no fundado él mismo, del sistema de medición de la física moderna. O sea, al carecer de fundamento, la luz representa el aspecto mítico o poético de la realidad. La velocidad de la luz ni es verdadera ni es falsa (pues no hay canon de medida al que referirla) y constituye, así, el aspecto metafísico, o si se quiere, mítico o poético de la física; y en eso parece que coincidirían Carnap y Heidegger, lo que no es poco, pues no sé si coinciden en algo más.
2.- Mito en Copérnico
Sería absurdo afirmar (y no creo haberlo hecho ni en este hilo ni en otros anteriores en que hemos tratado de estos asuntos) que la consolidación del sistema copernicano como “verdadera” imagen del universo se debiera a la creencia mítica en el papel preponderante del Sol. Ciertamente el éxito del heliocentrismo se debe a que explicaba adecuadamente cosas como el diferente comportamiento del movimiento aparente en el cielo de los planteas interiores y los exteriores, la retrogradación planetaria o las fases de Venus.
Pero el mito solar sí tiene algo que decir en lo que respecta, en primer lugar, al propio planteamiento como hipótesis de algo tan poco intuitivo como que la Tierra se mueve y el Sol permanece fijo en el cielo, hipótesis de partida que sólo se explica en un contexto ideológico muy impregando por el culto solar propuesto en el Corpus Hermeticum. Y, en segundo lugar, la aceptación social del sistema cosmológico de Copérnico se ve favorecida por un ambiente neoplatónico que cree a pies juntillas en la prisca theologia cuya primera piedra es, precisamente, el Corpus Hermeticum y su mística solar.
3.- Mito en Einstein
De igual forma, no afirmo que la Teoría de la Relatividad haya alcanzado éxito científico debido al papel preponderante que concede a la luz frente a la materia. Ciertamente su éxito depende más bien de la explicación satisfactoria que dio a cuestiones como los experimentos de Michelson y Morley o las anomalías del perihelio de Mercurio.
Pero en el propio planteamiento de hipótesis como la constancia de la velocidad de la luz y en la aceptación de la misma a pesar de resultar contraintuitiva (frente al sistema de velocidades relativas –aditivas y sustractivas- de Galileo) sí que contribuye el halo mítico de la luz frente a la oscuridad o como fuente de vida (fotosíntesis). El punto de apoyo de todo sistema físico es pre-físico o meta-físico y, por tanto, mítico y poético, pues no puede ser verificado empíricamente.
4.- La luz como medio de medición
Discrepo de tu afirmación de que la importancia axial que tiene la luz en la teoría de la relatividad se debe a que la luz es el medio a través del cual realizamos todos los experimentos físicos.
En primer lugar, si eso fuera así estaríamos frente a un hermoso círculo: ¿cómo íbamos a medir los fenómenos lumínicos mediante la propia luz? ¿No sería eso medir algo comparándolo consigo mismo?
En segundo lugar, no me parece que se corresponda con la realidad científica. No creo que la velocidad de la luz o la de los neutrinos extralumínicos se mida “viéndolos”. Supongo que este tipo de mediciones se realiza con sensores que recogen unos resultados en algún soporte; tal vez esos resultados luego se impriman y se visualicen, pero la visualización ocular de los registros de los resultados no puede ser confundida con una visualización directa del propio experimento.
Supongo que hoy en día se trata de sensores conectados a ordenadores que realizan los cálculos; y esos ordenadores no “ven”. Si el ordenador recoge los registros en un soporte en lenguaje Braille o en otro medio de "lectura" por invidentes, supongo que un ciego puede “observar” el experimento (a pesar de ser incapaz de ver la luz) con la misma facilidad que lo hace un científico que pueda ver.