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TEMA: Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos

Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos 12 Feb 2018 13:10 #42354

  • elías
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Creo que la frase:“ Saludos a los librepensadores, libres de marxismo, comunismo y populismo” debe de ser matizada

Un librepensador, en tanto que tal, no se define por aquello que defiende o condena sino por cómo lo condena o defiende. No se es librepensador porque se condene el marxismo, el comunismo o el populismo como no se es librepensador porque se defienda el marxismo, el comunismo o populismo. Como tampoco se es librepensador porque se defienda o condene el capitalismo. Y lo digo porque parece, y a tenor de la frase, que para ser librepensador hay que estar libres de marxismos, comunismos o populismos. Como si abandonando o no estando en posesión de tales ideologías nos convirtiéramos ya en librepensadores.

Entiendo que un libre pensador condene en términos generales el marxismo, el comunismo o el populismo pero lo que ya me costaría entender un poco más es que lo condenara en bloque. ¿Es que acaso no hay nada que pueda ser salvado o algo que esté plenamente justificado? Porque a veces, y condenando en bloque una ideología, se condenan, y de forma interesada en muchas ocasiones, cuestiones que no tendrían que ser condenables o que no están plenamente justificadas las razones de su condena.

También suele ocurrir, y no digo que ese sea tu caso, que si una persona defiende que un objeto es una manzana y otro que es una pera, y demostrado que no se trata de una pera, entonces se dé por supuesto que tiene que ser una manzana. El que dicho objeto no se trate de una pera no significa que por tanto se trate de una manzana. No, tendrá que demostrarse, y por vía positiva, que se trata de una manzana. Y digo esto porque algunos consideran que si se condena con razones, y de forma general, una ideología, entonces quedan excusados de tener que defender y justificar la ideología que defienden. Lo digo porque al parecer hay muchos librepensadores que ven la paja (o en este caso la viga) en el ojo ajeno pero no ven la paja (y en algunos casos ciertas vigas) en el ojo propio. En definitiva, ser librepensador no es tarea fácil.

Digamos que ser librepensador consiste, y parafraseando, aunque no se conozca con certeza si dicha frase fue o no pronunciada por Fernando VII en relación a liberales y conservadores, el dar “Palo a la mula blanca, palo a la mula negra”.
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Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos 12 Feb 2018 16:50 #42355

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Siguiendo con el hilo de Conrado, traigo este extracto que me parece muy interesante.




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Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos 12 Feb 2018 20:38 #42359

  • elías
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Siguiendo con el hilo, Silvanus, e independientemente de titularidades, y de direcciones preestablecidas ( a saber por quién), hay una cuestión que me gustaría que se me aclarase.

En un momento del vídeo el profesor Escotado nos habla del odio cerval. En realidad la expresión correcta no es odio cerval sino miedo cerval. Y digo esto porque no es lo mismo el miedo que el odio. No es lo mismo temer que odiar. No vaya a ser que en realidad no se odie a los amigos del comercio sino que se los tema. Justificadamente o no, y total o parcialmente, ya sería otra cuestión.

Precisamente Jesús G. Maestro, y en su crítica a los libros de los enemigos del comercio de Antonio Escotado, le echa en cara al autor no la crítica que realiza éste en relación a los enemigos del comercio sino la falta de crítica a los amigos del comercio. Pero es que ambas cuestiones están íntimamente relacionadas como trataré de hacer ver.

Vaya por delante que mi postura no es defender el comunismo. Creo que no ha se ha resaltado suficientemente el sufrimiento que ha causado el comunismo y lo errado e injusto de cómo conseguir ciertas pretensiones. Pero no es por este camino por el que deseo transitar en estos momentos.

El camino por el que deseo transitar es el que se expresa en la frase “odio cerval”. Es más, creo que en esa frase está contenida la tesis central por la cual el autor trata de explicarnos el origen del ataque a los amigos del comercio.

En dicha frase no nos dice únicamente que el ataque consista en un odiar sino que ese odio es cerval. Incluso creo que entiende por cerval no que tal odio sea grande sino que lo interpreta como un odio connatural. O dicho de otra forma, un odio sin motivo, justificación o razón alguna. Posiblemente un odio fruto de la envidia. Es decir, simplemente odio porque envidio lo que no tengo sin pararme a pensar si dicho odio está o no justificado.

Y en ese punto considero que el profesor Escotado está errado y no por casualidad. La tesis que voy a defender es que tanto el profesor Escotado como Jiménez Losantos ( dejo al margen a Gabriel Albiac) no realizan “crítica” alguna a la ideología que en la actualidad defienden. Y por todos es conocido hasta donde pueden llegar ciertos conversos.
Cuando se cree estar en posesión absoluta de la verdad o cuando se cree que aquello que se defiende no tiene fallo ni falla alguna, y ya se trate de una ideología política, económica o religiosa, la única explicación que se puede dar del hecho de que otra persona no acepte tal ideología es el odio, la ignorancia más absoluta o la demencia.

Al parecer estos autores no entienden cómo alguien puede ser enemigo del comercio. Claro, yo tampoco lo entendería si sublimo el comercio hasta convertirlo en un Dios. Al parecer, y para estos autores, el comercio lo único que puede traer es el desarrollo, la justicia y el bien. Y no digo yo que en parte no lo hagan, que por supuesto que sí, sino que lo que digo es que no siempre lo hacen. Es más, en muchas ocasiones ni traen el bien, ni la justicia ni el desarrollo.

Como dije con anterioridad, aunque al parecer nada tenía que ver con este hilo, para comprender el pasado es necesario entender el presente. Y así como se valore el presente se entenderá el pasado. Según como se valore una determinada ideología en la actualidad ésta nos servirá de canon o guía para establecer las hipótesis que traten de explicar el origen de una realidad histórica pasada ¿O es que acaso alguien que no valore tan positivamente el liberalismo establecerá como hipótesis del origen de los enemigos del comercio el “odio cerval”? Personalmente creo que no.
Última Edición: 12 Feb 2018 20:42 por elías.
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Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos 13 Feb 2018 11:21 #42364

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Buenas,

Deseo que no padezcas ningún tipo de frustración por haber empezado yo mi intervención diciendo "siguiendo con el hilo". Puedes estar seguro que leo y aprendo de tus aportaciones.

Me pareció interesante lo que dice Escohotado de Síbaris, de las luchas de poder dentro de la democracia, de lo que es bueno o malo para la polis, etc. Aún más interesante la posición de Pitágoras y de sus seguidores, que da una idea de cómo un solo hombre excepcional, como pasaría con Pericles en Atenas, puede romper la isonomía y la isegoría, propia de un sistema democrático, y no oligárquico.

¿Hasta qué punto el miedo, al que tú te referías, viene como recuerdo de un pasado donde un hombre, o un grupo de hombres (oligarquía), adquiere preponderancia sobre el resto y se convierte en tirano, enseñoreándose por encima de las libertades y las posibilidades vitales del resto?

Ahora bien, y aceptando que los hombres excepcionales pueden padecer dos tensiones contrarias:

1) El resto de hombres, "los demasiados" (en palabras de Nietzsche), sufren envidia ante las características del hombre excepcional.

2) El hombre excepcional, temeroso ante la ira del resto, se convierte en tirano, con el fin de someter y vencer al resto, dado que se cree poseedor de un aura, un don natural que le destina a ello, pero también como respuesta ante el riesgo que corre frente a "los demasiados".

Lo excepcional puede apreciarse en muchas cosas, como se ve en la persecución que hubo contra Sócrates (virtuoso) o las acusaciones que hubo contra Isócrates, sobre todo por sus riquezas materiales (al parecer había amasado una fortuna).

La pregunra sería: ¿cómo aunar lo excepcional, ya sea la educación de Sócrates tanto como el dinero de la nobleza, hacia un fin mayor, un fin que si bien no deshaga las tensiones inherentes a toda comunidad social, sí consiga una armonía hacia un fin común, tal vez patriótico, como ocurrió en Atenas?

Ahí creo en la paideia, en la educación cívica donde nos sentiríamos miembros, o partes, de algo más importante, y ante todo trascencente: saber que con nuestras acciones hacemos nuestra historia, no individual, sino individual-colectiva.

Un saludo.
Última Edición: 13 Feb 2018 12:01 por Silvanus.
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Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos 13 Feb 2018 13:52 #42369

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Hola Silvanus

Hablas de dos tensiones contrarias que pueden padecer los hombres excepcionales. Yo en realidad no las consideraría como dos tensiones contrarias sino que la segunda descripción sería una de las posibles consecuencias que podrían derivarse de la primera descripción (condición general) y que acabaría con la excepcionalidad del hombre excepcional.

Es decir, los “demasiados” sufren una envidia connatural hacia los “excepcionales” que en algunos casos haría que estos últimos se convirtieran en tiranos. Y así parece que se justifica la tiranía por parte de los “excepcionales”. La tiranía de los “excepcionales” estaría justificada por un odio injustificado de los “demasiados” hacia los mismos. Por cierto, no estoy afirmando que tú lo justifiques sino que mediante ese argumento puede justificarse la tiranía. De hecho ese ha sido al argumento habitual de todo tirano.

Dices, y con razón, que “La pregunra sería: ¿cómo aunar lo excepcional, ya sea la educación de Sócrates tanto como el dinero de la nobleza, hacia un fin mayor, un fin que si bien no deshaga las tensiones inherentes a toda comunidad social, sí consiga una armonía hacia un fin común, tal vez patriótico, como ocurrió en Atenas?”

De entrada, desde una visión puramente individualista de la persona ello se torna imposible. Y es precisamente lo que acontece en la actualidad. Desde un horizonte cuyo fin es únicamente uno mismo no hay nada que hacer.

El hombre excepcional no nace. Es más, ni siquiera se hace. Al hombre excepcional se lo “construye”. Todos los hombres no nacen con las mismas capacidades. Pero es que esto, y sin más, no constituye en excepcionales a unos hombres frente a otros. La excepcionalidad no es algo que nace con unos determinados seres humanos como tampoco es algo que cada hombre se otorgue a sí mismo sino que la excepcionalidad es otorgada por la sociedad. Un hombre no nace virtuoso como no se hace virtuoso. O mejor dicho, si se hace virtuoso es porque previamente se conviene en qué es la virtud. Y salvo que alguien, como en la antigüedad, siga defendiendo un esencialismo eterno e inmutable, es decir, a-histórico, y por tanto considere que él mismo, y con sus solas fuerzas, es capaz de alcanzar, y por una especie de intuición o escucha en el claro del bosque, tal virtud, es la sociedad quien determina al hombre virtuoso.

Dicho esto pareciera que la virtud o la excepcionalidad es fruto de un mero convenio con lo cual incurriríamos en relativismo. Pues bien, yo no lo juzgo así. Y no lo juzgo como tal porque los valores no son meramente subjetivos sino que también poseen un carácter objetivo, y por tanto, se pueden dar razón de los mismos. No existirían virtudes sin hombres ( momento subjetivo) pero eso no hace que todo los valores o virtudes poseen igual valor o que se pueda dar igual razón de unos que de otros ( momento objetivo).

“Hacer” hombres excepciones es tarea de todos. Pero para ello es necesario, y como bien dices, descubrir o encontrar ese fin mayor del que nos hablas. Por tanto, no es el hombre excepcional el que determina el fin sino que es éste el que determina al hombre excepcional. Lo que ocurre es que ese fin es histórico. Es decir, se va desvelando a lo largo de la historia. La verdad es histórica. El problema nace cuando algún hombre considera que ese fin puede ser captado por intuición. Y no me estoy refiriendo a que un hombre no pueda aprehender la existencia de un fin o de la verdad. Lo que cuestiono es que el contenido de tal fin o de tal verdad pueda ser captado de forma inmediata y definitiva. Es decir, una cuestión es la verdad ontológica y otra la epistemológica. La búsqueda de la verdad es un continuo y penoso esfuerzo y únicamente se da en la historia. Más nos vale a todos huir de aquellos hombres que dicen haber captado definitivamente la verdad, se trate ésta de la que se trate, porque dicen ser hombres excepcionales.

Un saludo
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