La historia no es el relato de unos hechos pasados. O al menos, no es lo radical de ella.La historia es el punto de apoyo para poder entender el presente,es decir, para poder entendernos en la actualidad.
La historia es tradición ¿Y qué es lo que se transmite en dicha tradición? Pues lo que se transmite en dicha tradición son las diferentes formas o posibilidades de estar en la realidad. Toda sociedad únicamente puede entenderse desde las posibilidades de estar en la realidad que le han sido legadas y desde las cuales ella misma “construye” nuevas formas de estar en la realidad que legarán a la posteridad.
Por tanto, la historia, como ciencia, tiene que hacerse desde el presente y desde un pasado anterior a la época histórica que se está estudiando. No se puede estudiar una época histórica sin tener en cuenta sus antecedentes como no teniendo en cuenta sus consecuentes. Y claro, ahí es donde radica el problema. Y principalmente radica en el presente porque es lo que nos toca la “fibra”. Es necesario, se quiera o no, y se sepa o no, realizar una valoración previa del presente que posteriormente se pondrá en relación con la época histórica a estudiar. En realidad no se parte del pasado para llegar al presente sino que se parte del presente para llegar al pasado. O mejor dicho, se da la presunta paradoja de que para poder entender el presente es necesario conocer el pasado y para comprender el pasado es necesario entender el presente.
He dicho que en lo que en una tradición se transmite son diversas posibilidades de estar en la realidad. Y cuando hablo de posibilidades me estoy refiriendo, obviamente, a posibilidades reales. No hay peor historiador que aquel que juzga la historia de acuerdo con categorías presentes. Sería un auténtico desatino juzgar una historia pasada porque no hubiese democracia tal cual la entendemos actualmente.
Otro error muy frecuente es juzgar la historia de un pueblo en relación a la historia de otro pueblo. Es decir, juzgar una realidad histórica desde unas posibilidades reales que se dieron en un pueblo pero que no se dieron en el otro. En fin, trataré de explicarme.
No es que no se puede comparar hasta cierto punto la historia rusa en el siglo XX con la historia de Inglaterra, Francia o España en el siglo XX. Se podrían comparar si todas ellas partieran de las mismas posibilidades reales. Si nosotros queremos juzgar o valorar la historia de Rusia en el siglo XX no podemos partir de las posibilidades reales que se daban en España, Francia o Inglaterra sino de las posibilidades reales que se daban en la Rusia anterior a la revolución rusa. Lo que habría que preguntarse es si la revolución rusa supuso o no un progreso con respecto a la Rusia Zarista. Lo cual no obsta para posteriormente valorar si la Rusia comunista es una posibilidad, mejor o peor, de estar en la realidad que las posibilidades actualizadas en Francia, Inglaterra o España. Es decir, se podría concluir, por ejemplo, que la Rusia comunista supuso un progreso con respecto a la Rusia feudal zarista y a la vez concluir que las sociedades europeas suponen un progreso muchísimo mayor que el alcanzado en la Rusia comunista.
No estoy de acuerdo con aquellos que defienden la postura de que la historia está, o debería de estar, al margen de cualquier valoración porque simplemente debería ser una ciencia puramente descriptiva. Como si fuera posible el establecer hechos históricos “puros”. Y entre otras razones no estoy de acuerdo porque juzgo que ello es imposible. Toda selección o análisis de datos conlleva, y entreverada con ellos, una determinada valoración de los mismos. Lo cual no significa que la historia no sea objetiva como no implica incurrir en un relativismo histórico.