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TEMA: Filosofía Política y metarrelatos

Filosofía Política y metarrelatos 13 Feb 2011 23:04 #1319

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He observado en el libro base de la asignatura Filosofía Política un defecto muy extendido (y muy poco filosófico): la claridad con que se detectan las inconsistencias y falacias en quienes tienen distintas opiniones políticas que nosotros, y lo difícil que parece ser, curiosamente, detectar las propias. El profesor Quesada dedica varias páginas a realizar críticas agudas a los "metarrelatos" y falsos imaginarios de las posiciones políticas neoliberales y neoconservadoras, pero ni una sola a realizar una crítica semejante a las ideas "progres" que él sostiene. Voy con un ejemplo.

En la página 216 del libro nos presenta como uno de los puntos fundamentales de la "metanarrativa" neoliberal que ha originado "una confusión teórica con consecuencias histórico-sociales que aún perduran", el de la interrelación que se establece entre los derechos civiles y políticos y la propiedad privada. Y cita a Ferrajoli: nos encontramos con "una operación política de la cultura jurídica liberal acríticamente avalada por la cultura marxista que ha permitido a la primera acreditar a la propiedad con el mismo valor que ella asociaba a la libertad, y a la segunda desacreditar las libertades con el mismo desvalor que atribuía a la propiedad". Y sentencia Ferrajoli lapidariamente: "Los derechos de libertad no tienen nada que ver con el mercado".

Pero, ¿es eso así realmente? A mí me parece que no; antes bien, sí que guarda una estrecha relación la propiedad privada y el mercado con la libertad. Pues si tomamos, por ejemplo, la libertad de pensamiento o la libertad religiosa, no creo yo que se trate de que cada uno sea libre de pensar lo que quiera, pues eso va de suyo y bajo Franco o bajo Fidel Castro, cada uno piensa lo que le da la gana (¿cómo lo va a impedir la policía?). La auténtica libertad de pensamiento consiste en que si yo prefiero gastar mi dinero en una orgía en vez de ir a misa, el Estado no me expropie parte de mi renta para dárselo a la Conferencia episcopal; o que si prefiero gastar mi dinero en Greenpeace, el Estado no me lo expropie para financiar a nuestros mercenarios en Afganistán.

Naturalmente, no quiero decir que haya que suprimir los impuestos (ningún liberal creo que lo propone tampoco hoy en día seriamente). Pero sí que la disponibilidad libre de los recursos económicos que uno percibe por los servicios que realiza a los otros, para utilizarlos según sus propios criterios axiológicos, sí que tiene que ver, y mucho, con la libertad. Siempre que hay una merma de recursos al particular para llevárselos el Estado, hay una merma de libertad; y eso hay que decirlo cuando se habla tan alegremente de subir los impuestos (los de los demás, naturalmente). De lo que se trata es de buscar ese difícil equilibrio entre libertad y solidaridad.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
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Re: Filosofía Política y metarrelatos 13 Feb 2011 23:07 #1320

  • Nolano
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Conviene aclarar el término "solidaridad" que puede resultar un tanto ambiguo u oscuro. El último inciso de mi mensaje tenía como exclusiva finalidad el dejar constancia de que mi crítica al análisis de Quesada y Ferrajoli no supone una asunción acrítica por mi parte de la metanarración neoliberal.

Efectivamente, pienso que en toda metanarración política hay una parte de verdad (representa simbólicamente de forma adecuada una realidad) y una parte de mentira (oculta otra parte de la realidad no menos importante que aquélla). Lo que queda oculto en el metarrelato neoliberal es que, en un sistema económico de propiedad privada y de libre mercado hay amplísimas capas de la población sumidas en la miseria, sea por lugar geográfico de nacimiento, por extracción social, riqueza familiar, y esas desigualdades pueden agudizarse por falta de capacidades naturales de la persona o por desgracias sobrevenidas de toda índole. Entonces, si la libertad está ligada a la propiedad, gran parte de la humanidad está condenada a no disponer de los recursos necesarios para ser mínimamente libre y, en consecuencia, llevar una vida que pueda ser calificada como humana en cuanto a posibilidades de su desarrollo como persona. Por tanto, parece necesaria la existencia de unos mínimos mecanismos políticos de redistribución de renta y a eso es a lo que me refería como mecanismos de "solidaridad". La cuestión, por tanto, lejos de estar en el ámbito de los metarrelatos que parecen elaborados más para diferenciar publicitariamente un producto electoral (PP vs. PSOE) que para otra cosa, estaría en el terreno de dónde encontrar el equilibrio entre dos extremos: una política redistributiva mínima diseñada para dar la necesaria legitimidad al sistema de mercado (como, por ejemplo, la posición de Rawls) o un sistema económico de distribución plenamente igualitaria de los recursos (que no parece sostener ningún autor relevante hoy en día, que yo sepa).

Y, para terminar, no quería dejar en el tintero lo que para mí oculta la postura sostenida en esta asignatura (no se olvide que el catedrático es García Santesmases, persona de conocida filiación política) y que yo denominaría "metanarración de Bad Godesberg", la mitología simbólica propia del neosocialismo (diferenciado del socialismo clásico de la Segunda Internacional). El empeño de Quesada y Ferrajoli intenta velar la relación intensa entre los derechos civiles y políticos y el sistema de propiedad privada, y ello al servicio de un modelo social en el que se traslada a la ciudadanía la idea de que es posible una sociedad libre y emancipada, sin cambiar radicalmente el sistema económico y social, en un contexto económico dirigido por el gran capital financiero-industrial, un sistema en el que se ha convencido al votante de que, al margen de los inmensos complejos oligopolísticos que dominan los mercados, el Parlamento legisla, inmune a esa realidad, libre de relaciones de dominio y en interés de la voluntad general.
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Re: Filosofía Política y metarrelatos 13 Feb 2011 23:30 #1321

  • Kierkegaard
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Por mi lectura del libro y estudio de la asignatura, a mí me parece que decir que el profesor Quesada sostiene posiciones “progres” es algo cuestionable. Como bien has apuntado, Nolano, la libertad tiene que ver con el mercado, pero no es Quesada quien dice lo contrario, sino que cita a Ferrajoli. Lo que cabría en todo caso cuestionar es por qué esa cita y no otras. Pero en general no creo que la tesis del libro (que de tan variopinto es difícil extraer una) trate de velar la realidad que expones, Nolano. Es incuestionable la ligadura que existe entre la propiedad privada y los derechos civiles y políticos. Y creo que el recorrido histórico que hace el profesor Quesada lo pone de manifiesto y lo reconoce en no pocas ocasiones, haciendo justicia. En esta línea, tal y como se puede apreciar en el ejemplo que pones, Ferrajoli por su parte hace con su crítica un ejercicio de depuración en ambos sentidos puesto que, según su juicio, existe tanto error en considerar que la libertad y la propiedad privada son valores igualmente inalienables (liberales) como en considerar que se pueden despreciar igualmente la libertad y la propiedad privada (marxistas).

Sin embargo, lo que sí creo que sucede es que el ejercicio crítico de la filosofía, a pesar de su asepsia universal, se encarna históricamente en filósofos que se encuentran realidades muy diferentes, y cuyo deber es desideologizar críticamente la circunstancia en la que viven para ponerla en crisis. Así, lo que sí es cierto es que el profesor Quesada focaliza sus críticas a ciertos metarrelatos y no a otros. Para entendernos, creo que antes de 1989 el discurso del profesor hubiera sido otro bien diferente, convenientemente enfocado a la realidad bipolar antes de la caída del muro. Y en este caso, “la altura de nuestro tiempo” lo que parece demandar es sacar a la luz la falacia neoliberal que impera en nuestro hoy.

De todas formas, no acabo bien de entender tu último párrafo, Nolano, cuando sigues diciendo “y ello…general”, ¿te refieres a que ése es el empeño de Quesada y Ferrajoli, hacer creer que es posible una ciudadanía emancipada y libre sin cambiar radicalmente el sistema económico? Si es así, no he percibido tal cosa. En realidad creo que la tónica que enhebra los capítulos del profesor Quesada – y no los de Santesmases, otro cantar – lo que hace es criticar a quienes, sirviendo ideológicamente al neoliberalismo imperante, han minado o edulcorado el concepto de ciudadanía. Ahora bien, que para que ésta se ejerza el sistema económico no tendría que cambiar no me parece algo inherente a lo que Quesada manifiesta y podríamos hablar largo y tendido sobre ello.

Lo que se sostiene no es que la propiedad privada no forme parte de la libertad, cosa que creo que ya pocos defienden, sino que identificar a ésta con aquélla no obedece sino a un sentido sesgado y reduccionista - ideológico - de lo que significa libertad, movido por el interés de jugar a pretender que es justo lo que parte de una situación injusta. Una auténtica igualdad de oportunidades amplía profundamente la concepción de una libertad negativa restringida prácticamente al plano del libre comercio, como bien has matizado en tu segundo mensaje.

La auténtica libertad de pensamiento no consiste sólo en dónde me puedo gastar yo mi dinero. Efectivamente que lo incluye, pero es mucho más. Supone poder manifestar públicamente mi desacuerdo, publicar mi crítica, no ser censurado por la abrumadora sobreinformación, organizarme con otros para movilizar y manifestar mi descontento frente a lo establecido, etc. Y eso no tiene tanto que ver con el dinero, salvo curiosamente que quienes tienen el dinero suelen sentirse incómodos con este tipo de libertad y la persiguen de mil formas, por ejemplo, intentando que la libertad de pensamiento se entienda sólo cómo dónde me puedo gastar yo mi dinero.

Efectivamente, cuando aumentan las competencias del Estado el individuo ve reducida la libertad bruta de lo que hacer con su dinero. Pero ¿qué se entiende por libertad? No tenemos libertad de hacer cualquier cosa. No podemos volar libremente, ni dejar de respirar. La libertad de lo posible es lo que ejercemos y para entender esto no basta pensar en lo que es inmediatamente posible al individuo. ¿Acaso puede uno sobrevivir en un sistema abocado a la autodestrucción – económica o ecológica, es lo mismo –, al colapso, a la desigualdad globalmente creciente, y endémicamente crónica? ¿O puede moderar sus aparentes libertades inmediatas supeditándolas, de forma consensuada, a un fin mayor, como puede ser el de la igualdad de oportunidades que trate de paliar injusticias históricas?

Por lo que hemos visto, a mí sí me parece que haya liberales que consideran que “cualquier impuesto es un robo” (Rothbard, Lepage), que la puesta en común de parte de los ingresos propios conduce a “un camino de servidumbre” (Hayek) y que supeditando parte de nuestros ingresos al Estado acabamos siendo “una plantación bien llevada” (A. de Jasay). Efectivamente, estoy de acuerdo con tu final, se trata de encontrar ese equilibrio entre libertad y solidaridad que haga sostenible el sistema (al margen de criterios de simple caridad humana).

Comparto el análisis de Nolano sobre los metarrelatos. Aunque el metarrelato neoliberal creo que, además de ocultar esta realidad que hace incoherente el sistema, también vela y pierde en los borrones de la historia el origen de semejantes injusticias estructurales. No es sólo una cuestión de “mala suerte”, puro azar, y mucho menos de predisposición racial-cultural que, como selección natural, haga que cada cual se encuentre en el sitio que le corresponde. A nivel global, y muchos otros ejemplos no tan macroeconómicos podrían encontrarse, el bienestar del primer mundo se ha construido a costa de la expropiación, explotación y masacre de dos terceras partes de la humanidad, que siguen a día de hoy pasando hambre. Que el neoliberalismo, fuertemente enraizado en los Estados Unidos o Europa, hable de libertad de mercado y de igualdad resulta toda una ironía, después de haber pasado siglos de colonialismo y neocolonialismo opresivo, y, lo que es más irónico, de ultraproteccionismo nacional hasta haberse situado donde están (mercantilismo esclavista, aranceles impuestos, conflictos armados promovidos, control político indirecto, dumping de precios, regulación interesada a través del FMI y BM,...). Algo así como si, valga la simplificación a modo de ejemplificación simbólica, en una carrera yo retuviera a la mitad de mis contrincantes y cuando yo estuviera a pocos metros del final, soltase las riendas y me volviese el defensor acérrimo de que ningún árbitro se entrometa en nuestra “libre competencia”.
Javier Jurado
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Re: Filosofía Política y metarrelatos 14 Feb 2011 00:51 #1324

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1.- Quesada, Ferrajoli y progresía.

A diferencia de lo que interpreta Kierkegaard, sigo sosteniendo que Quesada cita a Ferrajoli haciendo suyas las palabras del profesor italiano. Tengo dos razones para sostener eso. Una, de carácter positivo, pues Quesada es el editor del libro y, por tanto, el responsable de su estructura y desarrollo (aunque cada capítulo ha sido encomendado a un autor diferente y Quesada sólo firma dos de ellos) y el libro se abre con dos capítulos dedicados respectivamente a las dos grandes teorizaciones políticas vigentes en la actualidad, “la tradición liberal” y “los socialismos”; no se alude para nada en el libro (salvo comentarios tangenciales) a los comunismos, los fascismos u otras. Por otro lado, en la segunda parte del libro, donde está el capítulo al que yo me referí, se abre un conjunto de temas con el tema 8, de Gª Santesmases, en el cual se aborda la cuestión de la ciudadanía, en la que éste propugna un modelo de ciudadanía laico-republicano opuesto al liberal, lo que también se contempla en el tema 11 (de Javier Peña), donde se contraponen también los modelos liberal y cívico-republicano de ciudadanía, con claras simpatías por el último. En este contexto de estructura del libro, en el tema sobre las críticas a la “ciudadanía” (crítica liberal, comunitaria y liberal-comunitaria de Walzer), aunque en él el profesor no postula expresamente ninguna teoría como propia, Quesada, al criticar a los críticos, parece que se posiciona a favor de lo criticado por éstos, el modelo de ciudadano de Gª Santesmases y Peña. De no ser así, creo que Quesada debería haberlo hecho constar expresamente.

La segunda razón es más bien “a sensu contrario”. Si en el imaginario político actual español y europeo sólo hay dos metarrelatos efectivamente vigentes (luego volveré sobre esto), si Quesada dedica su tema a criticar a uno de ellos y no al otro, tenemos que suponer que él es partidario del otro, al que no critica; si no, no se entiende por qué éste no es blanco de sus críticas.

En todo caso, eso no es importante. Nos da igual si Quesada piensa una cosa u otra y no nos la quiere decir. No hablamos aquí de Quesada, sino de metarrelatos, y el profesor sólo es un motivo que nos da pie a nuestras reflexiones.

El adjetivo “progre” lo usé incluso con cierto cariño. Yo he sido políticamente un “progre” desde mi juventud (cuando nació ese término en el tardofranquismo) y tal vez lo siga siendo en la actualidad (aunque uno no es el más apropiado para autocalificarse y etiquetarse); pero aquí lo que nos importa es la crítica de carácter filosófico y ésta debe ser ejercida tanto sobre las posturas de nuestros contrincantes políticos como sobre nuestras propias posiciones, caiga quien caiga.

2.- Impuestos y liberalismo.

No son muy útiles tus citas, Kierkegaard, con las que parece que sustentas la tesis de que sí hay liberales extremistas que sostienen hoy en día que se supriman los impuestos; no te olvides que yo decía “seriamente”, pues excesos verbales siempre los hay sueltos por ahí. Y ello por dos motivos. El primero, porque si se suprimen los impuestos habría que suprimir, directamente, el Estado, que no podría subsistir sin ingresos; hasta en sus más puros orígenes teóricos el liberalismo de Adam Smith reconocía que había cuestiones como la defensa exterior y el orden público que forman parte de la soberanía y no podían ser llevados a cabo por los particulares. Según se ha ido avanzando en la teoría económica, se han ido identificando ineficiencias “técnicas” en la asignación de recursos mediante el libre mercado con carácter exclusivo; así, los bienes que no pueden suministrarse por precio, al ser imposible excluir de su uso al que no paga (por ejemplo, si el Estado repuebla un monte, ¿cómo cobrar al que pasa por allí y se beneficia al mirar de la belleza del paisaje?) o la cuestión de las externalidades (uso de bienes sin pagar precio porque no se puede restringir su uso: por ejemplo, el consumo de oxígeno que llevo a cabo cuando viajo en mi coche). No quiero aburriros mucho, así que con estos apuntes creo que basta para comprender que es imposible que nadie en sus cabales sostenga que se puede vivir en una sociedad mínimamente compleja sin impuestos. Aquí quizá se juegue a veces con la equivocidad del lenguaje o seamos víctimas de malas traducciones, pues por “impuesto” puede entenderse algo muy restringido, por ejemplo sólo el impuesto sobre la renta personal (el “income tax” anglosajón), y el resto de los ingresos públicos coactivos se designe con un nombre más general, como “tributos”. Pero de lo que aquí se trata es de si hay o no una función distribuidora de recursos económicos por parte del Estado; y mientras haya Estado habrá gasto público e ingresos públicos, y se detrarán coercitivamente recursos a unos ciudadanos para dárselos a otros, aunque sea en porción ínfima. Por lo tanto, siempre hablaremos de cuántos impuestos y de qué impuestos (directos, indirectos, especiales, tasas, precios públicos, cotizaciones sociales…), pero nunca podremos hablar de un Estado sin impuestos, por muy liberal que se sea.

3.- Libertad de pensamiento y poder económico.

En la cuestión de las libertades y los recursos económicos, creo Kierkegaard que incurres en bastante ingenuidad, y confundes la libertad de expresión con lo que yo llamaría “derecho a predicar en el desierto”. Creo que eres víctima del imaginario que pone como muestra de la existencia de la libertad de expresión el que cualquiera puede subirse a un banco en Central Park y soltar un discurso (¿a las palomas?).

Pensar que tú o yo tenemos la misma libertad de expresión que Polanco o Pedro J. Ramírez me parece poco realista y bastante confundente. Igual que reconozco que tengo yo más libertad de expresión que un emigrante que acabe de llegar en patera; aunque sólo sea porque sé escribir y puedo enviar este mensaje al foro. La relación entre recursos económicos y posibilidad de expresar una opinión libre es intensa y hacer abstracción de esa relación a la hora de analizar las libertades en una sociedad es una simplificación excesiva que hace ilusorio el análisis. Por otra parte, el hecho de que se haya dado entrada a los derechos humanos de segunda generación como complemento indispensable de la efectividad de los derechos humanos de primera generación es la prueba fáctica de que existe dicha relación. Y si existe, no podemos, cuando nos conviene, decir que los derechos civiles y políticos no tienen nada que ver con un sistema económico que defiende la propiedad privada, como hace Ferrajoli (y yo creo que también Quesada al citarlo como soporte de su crítica al metarrelato [neo]liberal).

4.- Metarrelatos y Filosofía política.

También ha llegado quizá el momento de clarificar un poco la terminología, para no echar a perder la discusión. En mi primer mensaje utilicé las palabras “metarrelato” y “metanarración”, para seguir la terminología que utiliza Quesada, y que parece adecuada. Pero ¿qué se quiere decir exactamente con esas expresiones? Quesada también guarda silencio a este respecto, por lo que tenemos que aventurarnos a conjeturarlo. Mi opinión es que lo que se quiere indicar es que, para describir una situación política (de relaciones de poder en una sociedad organizada) podemos realizar una descripción del estado de cosas en esa sociedad (eso sería el “relato” político), pero más allá (metá) de ese relato podemos elaborar un imaginario simbólico interpretativo de esa realidad; se trata, entonces, de una metadescripción o de un metarrelato.

La función del metarrelato es esencial en la Filosofía política, pues ésta básicamente se orienta a analizar la legitimidad del poder político fáctico. Lo que da legitimidad fáctica a un poder existente es que la sociedad sobre la que se ejercita lo perciba como correcto, como justificado, quizá como imprescindible, y eso hace que la población lo acepte. Pero todo metarrelato tiene algo de camelo embaucador, pues tiene la función de lenitivo de los conflictos sociales, de forma que éstos no alcancen un nivel de tensión que socave los cimientos del propio sistema político. Todo metarrelato tiene algo de cuento que se le cuenta al niño en la cama para que se tranquilice, se duerma y no dé la paliza. En palabras de Quesada (criticando, por supuesto, al liberalismo, y con esa manera de hablar tan retorcida que tiene este hombre) “asumen la realidad política como lo real posible”: es decir, que hacen creer al ciudadano que no es posible otra realidad política alternativa y mejor que el sistema político realmente existente, de manera que se acusa a quien haga peligrar el sistema de estar llevando al abismo a la sociedad.

La labor de la Filosofía política en tales circunstancias es, en palabras de Habermas al referirse a la función emancipatoria del conocimiento, “desenmascarar las ideologías encubridoras de dominio”. Es decir, someter a análisis crítico los metarrelatos que actúan en nuestra sociedad, poner al descubierto sus mentiras y su funcionamiento como velos de la explotación y el dominio de unos hombres sobre otros.

5.- Los metarrelatos neoliberal y socialdemócrata.

En las sociedades europeas nos encontramos en la actualidad con dos metarrelatos, el neoliberal y el neosocialista de Bad Godesberg; el libro alude con cierta frecuencia también al metarrelato neoconservador, comunitarista. Pero voy a dejarlo de lado pues me parece que es más bien un producto USA sin mucho porvenir en nuestro suelo, así que no me parece relevante de momento. Lo que caracteriza esa situación bipolar es que son dos metarrelatos que se corresponden con un único relato: ambos metarrelatos legitiman lo mismo, un sistema económico de libre mercado con acciones compensatorias a cargo del Estado que corrijan los conflictos que eventualmente puedan ir surgiendo con suficiente gravedad como para poner en peligro las propias bases del sistema y que sirvan de tranquilizante a la conciencia social. ¿Por qué hay dos metarrelatos? Porque dada la realidad social surgida de la sociedad postindustrial, hay dos grupos de ciudadanos con intereses y concepciones de autorrealización contrapuestos.

El metarrelato neoliberal va dirigido a la clase de los propietarios y es el siguiente: no es necesario un sistema político de mano dura y restricción de las libertades nominales para que subsista un sistema económico de propiedad privada, pues el sistema garantiza la propiedad como uno de los derechos fundamentales de la persona y el reconocimiento de los derechos políticos asegura más eficazmente la permanencia del sistema económico que su represión. El metarrelato de Bad Godesberg va dirigido a la clase de los no-propietarios (incluidos en ella los que sólo poseen casa y coche a través de préstamos, créditos e hipotecas): no es necesario cambiar el sistema económico, pues éste no está vinculado con una ciudadanía libre y responsable, no hay que mezclar churras con merinas; y, de hecho, es precismaente la desaparición de la propiedad privada (colectivización marxista-leninista) la que pone en peligro las libertades políticas. Por eso el metarrelato neoliberal vincula propiedad y libertades en su imaginario y el metarrelato socialdemócrata las desvincula. Esta situación propicia el bipartidismo, permite un simulacro de lucha política donde lo único que se dilucida es qué personas, qué equipo gestor se hará cargo del Gobierno, pero en la que no se debaten realmente dos modelos diferentes de sociedad y de sistema económico, sino sólo el reparto del poder. Los metarrelatos actúan de “marca comercial” distintiva de los dos partidos frente a los consumidores en el mercado electoral.

6.- El Bad Godesberg español.

Finalmente, y para que no todo sea tan teórico, quizá resulte de interés en relación con todo lo anterior un pequeño repaso a nuestra historia reciente, ya que se trata de acontecimientos importantes que algunos vivimos en nuestra juventud, en años en que la mayoría de vosotros ni habíais nacido y que posiblemente ignoréis o conozcáis muy superficialmente.

Bad Godesberg es una ciudad alemana donde en 1959 se celebró el Congreso del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) en el que se abandonaron los postulados marxistas. En España, cuando a la muerte de Franco se dio paso a los partidos políticos, el PSOE, profundamente marcado por las secuelas de la guerra civil y del exilio, era todavía marxista. Las primeras y las segundas elecciones (1977 y 1979) fueron ganadas por la UCD de Adolfo Suárez. En el Congreso del partido de mayo de 1979 el entonces Secretario General del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno en las elecciones, Felipe González, propuso el abandono del marxismo; el escándalo en el interior del partido fue enorme y la propuesta de González fue rechazada. Entonces, Felipe González hizo una fuerte jugada política, dimitió y puso al partido entre la espada y la pared: o yo o el marxismo. Ante la perspectiva de perder su activo electoral más importante, el popularísimo González, en el Congreso extraordinario convocado al efecto, fue reelegido por aclamación y se abandonó el marxismo como ideología del PSOE. Ese Congreso fue conocido como el “Bad Godesberg español”. En las siguientes elecciones (1982) Felipe González arrasó y el PSOE ganó por mayoría absoluta. ¿Había sido la sustitución de metarrelato condición necesaria para que el PSOE llegara a ser el partido gobernante?
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Última Edición: 08 Feb 2014 15:56 por Nolano.
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Re: Filosofía Política y metarrelatos 14 Feb 2011 00:54 #1325

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1.- Quesada, Ferrajoli y progresía.

No soy ajeno a que el profesor Quesada es editor de todo el libro y, por lo que toda la línea del libro me parece argumentar, creo que una cosa es que el profesor Quesada oriente su crítica en uno y no en otro sentido, y otra cosa es afirmar que hace suyas y estaría de acuerdo con frases tan extremas como las que citabas de Ferrajoli: “Los derechos de libertad no tienen nada que ver con el mercado”. Por ahí es por donde se condujo después tu argumentación contra la tesis de Quesada, que a mí no me parece tal.

Aunque orientada, como he dicho, creo que la crítica del profesor Quesada – enrevesada, en eso estamos bien de acuerdo – es moderada, tiene mesura, es razonablemente justa con las virtudes del liberalismo y su ligazón con los derechos civiles y políticos, significativamente los de primera generación. En el maniqueo mundo de la lógica exacta, habría que conceder que quienes no están contra nosotros, están con nosotros. Pero creo que no es este el caso y que el profesor Quesada, posicionándose crítico con quienes han minado o edulcorado el concepto de ciudadanía, no necesariamente ha de adscribirse completamente a quienes así parece defender. Tú mismo reabres este hilo siendo crítico con el modo de proceder del “progre” profesor Quesada, y sin embargo no por ello puede hacérsete neoliberal convencido, como luego has puesto de manifiesto en esta última intervención y en anteriores. En este sentido, en mi opinión, una cosa es incluir en su índice los capítulos de Santesmases, y otra muy diferente la clara diferencia en fundamentación y moderación entre éstos y los capítulos que el mismo profesor Quesada firma.

Sobre tu segunda razón “a sensu contrario”, muy ligada a la primera, volveré en un momento, aunque ya he apuntado con mis intervenciones a otra interpretación sobre esta postura enmarcada en un contexto de pensamiento único neoliberal.

Estoy de acuerdo contigo, en cualquier caso, que la reflexión debe sobrepasar la coyuntura del profesor Quesada, y de que la crítica filosófica no debe reconocer amigos, sino sólo posicionarse históricamente para “desenmascarar las ideologías encubridoras de dominio”, esto es, seguir ayudando a la emancipación humana.

2.- Impuestos y liberalismo.

Aunque consideres poco útiles mis citas, quiero poner de nuevo moderación y matiz en todas nuestras palabras: me había hecho cargo de tu matiz “seriamente”, y por eso no cito a cualquiera, sino a autores conocidos, teóricos referidos por los think tank neoliberales y que no dejan sus frases sensacionalistas en cualquier parte. Soy consciente – y en cierto sentido generalizador es correcto decirlo, como tú has hecho – de que pocos autores serios defienden la anarquía en el sentido utópico de vivir en sociedad sin un Estado. No pretendía defender que haya gente seria que se tome realmente en serio la posibilidad de prescindir del Estado. Desde mucho antes, pero significativamente desde Hobbes, el Estado es el “mal necesario”, imprescindible, para preservar la paz y otras tantas cosas más que la iniciativa privada no puede asumir. Es decir, para vivir con libertad, hay que entregar parte de esa libertad. Pero mi apunte – que como en tantos otros diálogos es una perspectiva más para hacer notar diferentes realidades – es que estas sentencias que yo cito circulan por ahí y sirven de argamasa para construir metarrelatos como el neoliberal. Sentencias como éstas, que simbólicamente consolidan posturas en torno a sí, se reflejan como axiomas genéricos en el trasfondo de las ideologías, de forma que, dado por supuesto el mínimo imprescindible para el sostenimiento del Estado, decir que “cualquier impuesto es un robo” significa posicionarse de partida, prejuiciosamente – es decir, como principio acrítico – frente a cualquier propuesta de impuestos, aun cuando sirvan para una redistribución justa de la riqueza. En este sentido bien podría también en cierto “sentido generalizador” decir que sí los hay que parece que preferirían que no hubiera impuestos no me parece descabellado.

3.- Libertad de pensamiento y poder económico.

No me tomaba yo por ingenuo en esta cuestión que me apuntas. Evidentemente existe una relación intensa entre el poder – para cualquier cosa, también el mediático para hacer llegar la opinión propia más allá de las palomas – y el dinero. No pensé que de mi intervención pareciera que así lo ignoraba. Y es que, como dices, ignorarlo sería hacer efectivamente ilusorio el análisis. Pero este tipo de “dependencia fuerte” no justifica hacer otro tipo de análisis, en mi opinión, también ilusorio y excesivamente simplificador: gracias a un consenso sobre principios civiles y políticos, nuestras sociedades han logrado contar con derechos que consiguen ciertos niveles de libertad de expresión igualitarios, completamente ajenos al poder económico. Si no, no habría habido apenas diferencia entre lo que han cambiado respectivamente el derecho a la libertad de pensamiento y el reparto de poder económico antes y después de la caída del franquismo, por ejemplo. En mi opinión, el primero ha cambiado mucho más que el segundo. Por supuesto que el cuarto poder se acaba entrelazando con los poderes económicos, pero, me repito, quienes insisten en hacernos creer que la libertad de pensamiento se traduce “sólo” en dónde me puedo gastar yo mi dinero simplifican la realidad hasta velar, minar o edulcorar la capacidad y responsabilidad de la ciudadanía. Estoy contigo en que la frase extrema de Ferrajoli no es justa, es una exageración – como la de los liberales que yo citaba – pero a su modo simbólico denuncia esto que digo.

4.- Metarrelatos y Filosofía política.

Me ha gustado el bosquejo que has hecho de lo que significan y suponen los metarrelatos. Sólo diría, como complemento, que la labor de la Filosofía política de desenmascarar las ideologías encubridoras es algo que muy fácilmente deriva hacia la construcción de “antimetarrelatos” – pues el filósofo no deja de ser hombre, de ser subjetivo y de ser político. Frente a ese subjetivismo debe cubrirse la filosofía y ser autocrítica – como tu demandas – pero, guardando la moderación que a mí me parece que sí guarda Quesada y no Santesmases, no debe obviar la función imprescindible que desempeñan la elaboración dialógica de perspectivas que resaltan, al ejercerse parcialmente, la realidad a criticar.

5.- Los metarrelatos neoliberal y socialdemócrata.

En realidad, mucho antes que Bad Godesberg, Bernstein ya había revisado las tesis marxistas para la formación de la socialdemocracia – todavía un tanto ingenua, al ser previa a las grandes guerras y la revolución soviética. El mundo se había ido transformando y la revisión se hacia necesaria. El gran consenso de la posguerra – Bad Godesberg mediante – traería el Estado del bienestar eminentemente europeo, consolidando al socialismo por la vía democrática. Pero ha llovido mucho, 50 años desde entonces, y como hiciera Bernstein, nosotros también debemos profundizar en nuestra maniquea tesis que considera que hoy presenciamos dos metarrelatos opuestos, como si éstos equidistaran en el mapa de la realidad.

Simplificando un tanto – pero a los efectos creo nos vale ahora mismo – mientras la guerra fría duró, la socialdemocracia mantuvo una postura más encontrada frente al liberalismo. Pero treinta años después de Bad Godesberg, la situación cambió radicalmente – como hemos visto, sin ir más lejos, a través del libro del profesor Quesada: el neoliberalismo globalizador inundó el planeta, instaurando el hegemónico pensamiento único, del que, gracias a su flexibilidad, al éxito de la tecnociencia – al menos en el primer mundo – y al barniz democrático, caben pocas discrepancias. Alcanza el fin de la historia de Fukuyama. Y en ese contexto, creo que el neosocialismo del primer mundo acomodado, distanciado aún más que el mundo de Bernsetin de las injusticias sociales del XIX, se ha reblandecido como metarrelato opuesto al neoliberal, acabando por transformarse, más bien, en un liberalismo social.

Hoy en día no creo que podamos hablar de dos ideologías netamente opuestas que consoliden el bipartidismo, sino dos variantes del pensamiento único que con apenas divergencias en la política económica general, tratan de diferenciarse por matices en ella, y sobre todo, por la diferente postura frente a cuestiones relacionadas con derechos civiles de segunda generación (género, ecología, laicismo,…) – lo que no es poco.

Pero este liberalismo social – socialdemocracia actual – no es ajena al vínculo entre la propiedad privada y las libertades: Me parece incoherente sostener al mismo tiempo que “el metarrelato socialdemócrata desvincula la propiedad privada y las libertades” y, sin embargo, que “precisamente la desaparición de la propiedad privada (colectivización marxista-leninista) pondría en peligro las libertades políticas.” Por esto último, el liberalismo social actual se siente confortable con la continuidad del sistema económico, o bien se ve superado por las macroestructuras que impiden cualquier cambio efectivo.

Sin embargo, es tarea de la Filosofía Política sacar a la luz que la realidad con la que parece contentarse el juego del liberalismo (puro y social) en la suerte de bipartidismo de alternancia en la gestión del mismo sistema y a partir del marketing sobre consumidores-votantes, como tu dices, es muy dura: En nuestro mundo más de 1.000 millones de personas viven actualmente con menos de un dólar al día y carecen de vivienda estimable; más de 1.800 millones no tienen acceso a agua potable; 840 millones están mal nutridas; 2.000 millones padecen anemia por falta de hierro; 880 millones no tienen acceso a servicios básicos de salud; 2.000 millones carecen de acceso a medicamentos esenciales. (Wikipedia, Pobreza).

En este contexto, críticas como las que, al menos en parte, a mí me ha parecido que se puede entender en el profesor Quesada, creo que se dirigen a poner en cuestión este pensamiento único liberal, ya sea social ya sea neoliberal puro. ¿Cuál es la alternativa que queda sin criticar? ¿La del marxismo decimonónico, la del comunismo práctico obsoleto y ya desacreditado? Desde luego no la de la socialdemocracia actual que ha perdido su vocación internacional, edulcorada y narcotizada con la parcelita de cielo que el sistema le ha permitido adquirir en el primer mundo, a expensas de miles de milones de personas.
Javier Jurado
@jajugon
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Última Edición: 14 Feb 2011 00:56 por Kierkegaard.
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