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TEMA: Comentarios a "La época de la imagen del mundo" (II)

Comentarios a "La época de la imagen del mundo" (II) 13 Nov 2010 21:42 #77

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COMENTARIOS A LA ÉPOCA DE LA IMAGEN DEL MUNDO DE HEIDEGGER (II)

2. La ciencia (desde “¿Qué concepción de lo ente...”).

La Edad Moderna, desde el punto de vista filosófico, no sería más que una imagen, o una figura, del mundo, fundada en “una concepción de lo ente y de la verdad”. Pero todo eso no son más que definiciones circulares pues, dada la intrínseca trabazón metafísica-ciencia-técnica propia de la Edad Moderna, igual podríamos decir que es la imagen o figura del mundo la que funda la concepción de lo que existe y de la verdad. Por consiguiente, no podemos por ahí alcanzar una comprensión de la Edad Moderna y tiene Heidegger que recurrir a la Edad Media y sobre todo a los griegos para, por comparación, definir la Edad Moderna.

Pero aquí Heidegger se desliza por territorios pantanosos, en los que acaba quedando atrapado. Reparemos en lo siguiente: “tampoco se puede decir que la teoría de Galileo sobre la libre caída de los cuerpos sea verdadera y que la de Aristóteles, que dice que los cuerpos ligeros aspiran a elevarse sea falsa”; se trata, simplemente, de “una interpretación diferente de lo ente y, en consecuencia, determina otro modo distinto de ver y cuestionar los fenómenos naturales”. Reténgase por el momento la expresión “otro modo de ver”, porque la necesitaremos más adelante en nuestra lectura de Heidegger. Lo que, sin embargo, me interesa destacar ahora es que Heidegger realmente, bajo la apariencia de una solemne y profunda reflexión, lo que está diciendo es bastante trivial. En efecto, si la propia concepción o interpretación de “verdad” es propia de la Edad Moderna, es evidente que esa “verdad” no sirve para afrontar y evaluar otros sistemas epistemológicos, como el griego. Bajo ese prisma, ¿qué sentido tiene hablar de verdad y falsedad para comparar las teorías de Galileo y las de Aristóteles? Para que se pueda decir si la teoría de Galileo es más verdadera o más falsa que la de Aristóteles es necesario que comparemos ambas con los mismos hechos físicos. Si los datos de comparación son distintos, pues no tenemos acceso inmediato a los hechos físicos, sino solamente mediados por nuestra “imagen del mundo”, se hace imposible un juicio de veracidad acerca de aquellas dos diferentes teorías físicas. Desde nuestra propia imagen del mundo sólo podríamos hablar de la verdad o falsedad de las teorías de Galileo, pero no de la verdad o falsedad de las teorías aristotélicas. Ambas teorías, pues, para Heidegger, serían inconmensurables, no habría ninguna referencia común que sirviera para evaluar ambas: cada una necesita una distinta vara de medir.

Sólo desde la propia modernidad, por tanto, se puede decir que la teoría de Aristóteles es falsa. Pero entonces le bastaría, o al menos eso se sigue tácitamente de lo que dice Heidegger, aunque no lo diga explícitamente, con situarse él mismo más allá de la modernidad para que sus propias afirmaciones resulten inmunes a la crítica. Puede decir lo que le venga en gana, pues le basta con negar la legitimidad de la referencia a la que se le pretende reducir para que no se pueda evaluar lo que dice. Ha hecho desaparecer, en su ventaja, cualquier norma de la verdad.

2.1. La investigación (desde “La esencia de eso que hoy denominamos ciencia...” hasta “...un tercer proceso fundamental: la empresa”).

Lo más interesante de todo, sin embargo, es que la crítica de Heidegger a la modernidad consiste precisamente en eso que él mismo parece reivindicar para sí: que la ciencia moderna está condicionada por lo que ya ha sido establecido previamente por la propia ciencia. Pues no otro es el análisis heideggeriano de la investigación como “esencia” de eso que hoy denominamos ciencia. La investigación científica se diferencia de la mera experiencia aristotélica (empeiría) en que aquélla, la investigación, es un “proceder anticipador”. Es la propia ciencia la que predetermina su objeto de estudio y la forma de afrontarlo: “todo proceder anticipador requiere ya un sector abierto en el que poder moverse. (...) El proyecto va marcando la manera en que el proceder anticipador del conocimiento debe vincularse al sector abierto”. La empeiría consiste en recibir los hechos; la investigación científica moderna va a la búsqueda de la confirmación de sus propias anticipaciones.

Heidegger ve en la matematización de la ciencia moderna la prueba de su propio enfoque, pues, según él, “ta mazémata significa para los griegos aquello que el hombre ya conoce por adelantado cuando contempla lo ente o entra en trato con las cosas”. Heidegger aventura aquí una de sus especulaciones filológicas sui generis, a las que es tan aficionado, en apoyo de su tesis. Pero lo cierto es que ta mazémata más bien significa aquello que puede ser enseñado y aprendido. Sólo bajo ese significado puede entenderse la oposición que veían los griegos (y también Kant) entre ta mazémata y ta dógmata, entre lo que, por ser inconcuso, se puede enseñar y aprender y lo que, por ser mera doctrina u opinión, sólo se puede inculcar, pero no enseñar; pues si, como quiere Heidegger, lo propio de lo matemático es la anticipación, lo que se conoce por adelantado, no se ve en qué se diferenciaría de la opinión doctrinal, pues tan anticipatoria o más es la opinión que los teoremas matemáticos.

Tal vez lo que Heidegger quiera señalar con su especulación filológica es que las matemáticas son a priori: “si ahora la física se configura expresamente bajo una forma matemática, esto significa que, gracias a ella y por mor de ella, algo se constituye por adelantado y de modo señalado como lo ya conocido”; es fácil ver aquí las proposiciones sintéticas a priori que determinan que la física sea una ciencia. Eso tampoco es ninguna novedad, pues ya Kant había señalado ese carácter de las proposiciones matemáticas y cómo esas proposiciones sintéticas a priori matemáticas eran el fundamento de la ciencia física. Pero Heidegger impugna el carácter sintético de las proposiciones matemáticas, y las ve como analíticas: las proposiciones matemáticas que están en la base de la física no explican el mundo (como harían si fueran sintéticas) sino que conforman el marco definitorio a priori del mundo: “Esta decisión afecta nada menos que al proyecto de lo que a partir de ese momento deberá ser naturaleza en aras del conocimiento de la naturaleza que se persigue” (el subrayado es mío).

Hay que hacer un inciso sobre una afirmación de Heidegger pues, aunque no afecta al planteamiento general y a la posible validez de éste, sí que siembra serias dudas sobre su competencia para elaborar un discurso sobre la física. Según Heidegger, para la física de la Edad Moderna, “ningún movimiento ni dirección del movimiento destaca respecto al resto. Todo lugar es igual a los demás. No hay ningún punto temporal que tenga supremacía sobre otro”. Esa afirmación supone desconocer el debate entre Newton y Leibniz sobre el espacio y el tiempo absoluto, problema que ha preocupado a la física moderna hasta nuestros días. La generalización de Heidegger es, en este caso, una palmaria falsedad.

Continuando con nuestro asunto principal, afirma Heidegger que la “forma matemática” del mundo, el espacio, el tiempo y el movimiento como “determinaciones” bajo las cuales se nos presenta el mundo de la física moderna, supone que “todo proceso debe ser considerado a partir de este rasgo fundamental de la naturaleza. Sólo desde la perspectiva de este rasgo fundamental puede volverse visible como tal un fenómeno natural”. La física moderna, en cuanto dependiente de su base analítica a priori matemática, conlleva que “todos los procesos que quieran llegar a la representación como fenómenos de la naturaleza, han de ser determinados de antemano como magnitudes espacio-temporales”. Las “leyes” de la física no describen la realidad, sino que la configuran. Aunque tampoco en esto es Heidegger original, pues de eso ya se había dado cuenta Hegel cien años antes que él.

En lo que sí es original Heidegger y con ello se separa tanto de Kant como de Hegel es en el significado que tiene la aprioridad. Para Kant (y Hegel) significaba ser universal y necesario; para Heidegger la cualidad de a priori sólo implica anticipación, pero no necesidad ni universalidad. Un a priori, para Heidegger, sólo es un pre-juicio. Las leyes matemáticas de la física serían, pues, meros prejuicios de la modernidad a la hora de contemplar el mundo: “Pero no es que las ciencias de la naturaleza se conviertan en investigación gracias al experimento, sino que es precisamente el experimento aquel que sólo es posible, única y exclusivamente, en donde el conocimiento de la naturaleza se ha convertido en investigación. La física moderna puede ser experimental gracias a que es esencialmente una física matemática (...) El experimento comienza poniendo como base una ley (...) Pero la disposición de la ley se lleva a cabo desde la perspectiva que se dirige al rasgo fundamental del sector de objetos. Éste es el que ofrece la medida y vincula a la condición el representar anticipador (...) El experimento es ese procedimiento llevado y dirigido en su disposición y ejecución por la ley que se establece como hipótesis a fin de producir los hechos que confirman o niegan la ley”. Para Kant y Hegel, las leyes físicas, por ser a priori, eran universales y necesarias (si bien, para el primero, eran sintéticas y, para el segundo, analíticas). Para Heidegger la propia ley, la propia hipótesis de la física moderna, condiciona que el experimento dé el resultado apetecido y sólo en ese sentido, en el de que son tautológicas, o autofundadas, puede decirse que son necesarias; pero desde luego no porque tengan una correspondencia con el mundo exterior, como falsamente pretenden. Evidentemente, ya Hegel se había percatado de este aspecto tautológico de la ciencia física; pero dentro de un sistema idealista que negaba al mundo realidad exterior. Ahora Heidegger sostiene, por su parte: 1) que la física es tautológica; y 2) que, sin embargo, hay un ser exterior a la propia física. La primera proposición lo separa de Kant; la segunda, de Hegel.

2.2 La especialización y la empresa (desde “Toda ciencia, en tanto que investigación...” hasta “...la convierten en investigación”).

Si, según la concepción de Heidegger, el desarrollo de la ciencia consiste en la “anticipación” de una ley-hipótesis que “produce” los hechos que la confirman o niegan, es inevitable que la ciencia se vea abocada a acotar esos hechos en parcelas de la realidad, es decir, “toda ciencia está fundada sobre el proyecto de un sector de objetos delimitado”, “toda ciencia particular debe especializarse” en diferentes ramas científicas. Pero la especialización no es únicamente “la fatal consecuencia que acompaña inevitablemente a la creciente imposibilidad de dominar todos los resultados de la investigación”, es decir, no es una consecuencia de la multiplicidad de lo real, sino que la especialización es “la causa del progreso de toda investigación”. No es la variedad de lo real lo que impone la especialización científica, sino que es la propia ciencia moderna la que impone la especialización, al ser intrínseca a la “investigación” una parcelación de la realidad.

Y esa especialización conlleva, como consecuencia, por su parte, el modelo de “empresa” (Betrieb). Heidegger establece una equiparación entre el modelo de organización económica propio de la modernidad, la fábrica con sus cadenas de montaje en la que cada operario tiene asignada una tarea específica (y sólo una) dentro de un proceso global que escapa de su control individual, y el esquema organizativo de la ciencia moderna, institucionalizado en organizaciones académicas y de investigación fragmentadas en áreas especializadas, donde “desaparece el sabio” y “lo sustituye el investigador que trabaja en algún proceso de investigación”. Porque la Edad Moderna no exige del científico una explicación del mundo, sino “resultados” autoconfirmatorios de sus propias anticipaciones: “El método se rige cada vez en relación con las posibilidades del proceder anticipador abiertas por él mismo. Ese tener que regirse por los propios resultados, como camino y medio del método progresivo, es la esencia del carácter de empresa de la investigación”.

La ciencia se halla subordinada a la técnica mecanizada: “el investigador se ve espontánea y necesariamente empujado dentro de la esfera del técnico en sentido esencial. Es la única manera que tiene de permanecer eficaz y, por lo tanto, en el sentido de su época, efectivamente real”.

(II de V)
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
Ldo. en Filosofía (UNED-2014)
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Última Edición: 11 Ene 2014 19:55 por Nolano.
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